3 ene 2009

Zimbabwe-2008: la tensa cuerda

Juan Carlos Díaz Guerrero* E-Mail: serviex@prensa-latina.cu
Redacción Central, (PL).- Estados Unidos y Gran Bretaña han empujado al gobierno de Zimbabwe hacia un callejón con las muy claras intenciones de hacerlo estallar este año, ya sea por la vía política o mediante la instauración del caos a través de medidas económicas coercitivas.
Dos momentos importantes utilizados como detonantes para exacerbar lo que han llamado “crisis política” y “crisis sanitaria” acontecieron en el 2008 con la celebración de las elecciones presidenciales en marzo y la actual epidemia de cólera.
Los complejos comicios enfrentaron al líder opositor del Movimiento Democrático para el Cambio (MDC), Morgan Tsvangirai, y a la Alianza Nacional Africana de Zimbabwe-Frente Democrático (ZANU-PF), de Robert Mugabe, sin que hasta el momento se pongan de acuerdo.
Aunque el representante del MDC ganó la primera vuelta, sus votos fueron insuficientes y hubo que recurrir a una segunda en la cual venció el ZANU-PF, lo cual provocó acusaciones de fraude por los opositores, quienes dijeron haberse retirado de la contienda ante la ola de violencia contra sus seguidores.
Ambos políticos acordaron en septiembre pasado compartir el poder, pero las conversaciones permanecen estancadas sin que se vislumbre solución alguna por el momento.
La distribución de puestos en el gabinete, con la oposición acusando al mandatario de tratar de retener los cargos más importantes, constituye el punto clave de las discrepancias con la consiguiente defunción del diálogo nacional.
Los efectos de estigmatizar los comicios por Occidente fracasaron y entonces los esfuerzos se centraron en utilizar la tragedia del cólera -con más de mil muertos y más de 23 mil contagiados- como factor político desestabilizador.
Es evidente el interés de los enemigos de Mugabe en culparlo por la propagación de la epidemia y el deterioro en los servicios de salud, la educación, el empleo, suministro eléctrico y la economía en general.
Añadimos, además, presiones como la ejercida contra la Unión Africana y estados vecinos a Zimbabwe para aislar al jefe de estado, que sin ser un éxito total, sí lograron que algunas personalidades y políticos de la región se sumaran a las maniobras.
No es menos cierto que el andamiaje orquestado por los grandes centros de poder y sus medios de comunicación intentan construir un estado de opinión mediático global para satanizar al líder africano y sacarlo del poder.
Claro de los propósitos de Occidente, Mugabe, a través del portavoz gubernamental, George Charamba, acusó a principios de diciembre a Washington y Londres de preparar una invasión contra su país y rechazó nuevamente presiones para obligarlo a renunciar.
A la actual cruzada se unieron el mandatario francés, Nicolás Sarcozy, y su canciller, Bernard Kouchner, la secretaria estadounidense de estado, Condoleezza Rice, el primer ministro británico, Gordon Brown, y el representante de Política Exterior y Seguridad de la UE, Javier Solana.
Todos ellos abogaron por incrementar las sanciones y la renuncia del mandatario.
En igual sentido se pronunció el presidente del Parlamento Europeo, Hans Gert Pottering, al declarar que la Unión Europea (UE) “debe seguir ejerciendo toda la presión posible para poner fin” al gobierno de Mugabe.
En los últimos años múltiples han sido las medidas adoptadas con la finalidad de producir un colapso en el Ejecutivo zimbabwense, con el consiguiente impacto negativo en el contexto socioeconómico.
Datos oficiales revelaron que en 12 meses (enero de 2007-enero del 2008) la inflación ascendió al 100.58 por ciento y estimados actuales la ubican por encima del 200, mientras el desempleo sobrepasa el 80 por ciento de su población, con alrededor de 13 millones de habitantes.
Estados Unidos y la Unión Europea impusieron sanciones que incluyen el embargo de armas, equipamiento y asesoramiento técnico militares; la transferencia de artículos de defensa y servicios, y la suspensión de asistencia gubernamental no humanitaria.
Aplicaron restricciones monetarias que prohíben a sus ciudadanos hacer transacciones o negocios con Zimbabwe, congelaron cuentas e impidieron la entrada a la UE de altos funcionarios del gobierno.
La negativa de visado incluye al presidente, su esposa y 168 ciudadanos del país austral, 11 de los cuales engrosaron la lista el pasado 8 de diciembre por acuerdo de los 27 cancilleres del ente europeo, quienes pidieron también la renuncia de mandatario.
A estas acciones se añaden ataques terroristas e intentos de asesinato como el perpetrado el 13 de diciembre contra el jefe de las Fuerzas Aéreas, Perrance Shiri, quien resultó herido de bala en una emboscada mientras se dirigía a su casa.
El ministro de Asuntos Exteriores del estado africano, Kembo Mohadi, denunció que la agresión “parece ser una acumulación de ataques terroristas contra personas prominentes, funcionarios, establecimientos del gobierno y sistema de transporte público”.
Una información divulgada por el periódico The Herald reveló que el 2 de agosto último la Estación Central de Policía de Harare fue bombardeada, al igual que la carretera sobre el río Manyame y un puente de ferrocarril, 21 días después.
Estos dos últimos acontecimientos estuvieron dirigidos a paralizar el sistema de transporte nacional, según el texto
Otros hechos ocurrieron el pasado 17 de noviembre cuando la sede del Departamento de Investigaciones Penales, en la capital, fue atacada y tres días más tarde algo similar sucedió con la estación de Policía Central de Harare.
De acuerdo con Mohadi, estos episodios comenzaron en marzo del 2007 con el ataque a pozos petroleros, en el que dos policías sufrieron heridas.
La actual epidemia de cólera, expandida por casi toda la nación y algunos estados vecinos, fue denunciada por el ministro de Información de Zimbabwe, Sikhanyiso Ndlovu, como un genocidio provocado por Gran Bretaña contra su país.
En una conferencia de prensa el 12 de diciembre pasado, Ndlovu declaró que las bacterias actuales de cólera y ántrax fueron diseminadas desde la época colonial y reveló la presencia en el país de comandos secretos para introducir nuevos gérmenes de la enfermedad.
“Se trata de un genocidio de los británicos contra los zimbabwenses”, afirmó el titular.
*El autor es Jefe de la Redacción de Africa y Medio Oriente de Prensa Latina.
Tomado de Prensa Latina

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