Foto: Scanpix
A la sombra de la crisis, el capital no pierde el tiempo. Presiona con la caída de la banca y la industria, con el fantasma reconocible del miedo. Miedo sobre todo a la pérdida del trabajo. Cuando se cree que ya se ha visto u oído todo, se descubre que aún nos queda mucho por ver y por oir.
No es que sea una medida inesperada, ni que la respuesta del Sindicato del Metal y de los demás gremios que están en lista de espera, sea algo que no se pueda predecir.
Para una mayoría se trata, simple y sencillamente, de la rebaja de sueldos; en el caso del metal de un 20% y el aumento de la A-Kassan (Caja de Desempleo) al doble. Una periodista de los medios suecos afirmó que ”el metal ha mostrado una forma de pensar innovadora”.
Hay que preguntar qué piensan los trabajadores que masivamente dejan sus sindicatos, sin encontrar una alternativa en los partidos políticos que se dicen de izquierda y que van a la deriva en este vacío ideológico que caracteriza a la mayor parte de esta sociedad.
Este acuerdo del metal con las patronales, de “despidos temporales“ que probablemente se conviertan en permanentes, plantea el momento de abrir una discusión más profunda: hasta dónde puede llegar el “modelo sueco“? Un modelo seguramente creado para otro momento económico y otro tipo de sociedad que ya no existe.
Este gobierno de derecha y su ministro de finanzas, Anders Borg, muy lejos de la realidad y las angustias de los desocupados, tiene como objetivos fundamentales bajar los impuestos a los ricos y continuar reduciendo el sector público. Este sector ya está gravemente afectado y no se puede continuar despidiendo gente porque hace rato se ha llegado al límite de seguridad para los pacientes en la salud, sobrepoblación en guarderías, carencias de personal de todo tipo en las escuelas, en la atención de ancianos….. en fin, que no se salva nada ni nadie!!!
Estas medidas som un boomerang. Crean la destrucción de la red social, la deflación fenómeno inverso a la inflación, con la caída de los precios cuando baja la capacidad adquisitiva de la gente, por la falta de demanda, creando una mayor desocupación. Como se puede apreciar, esta medida no garantiza en absoluto que se pueda conservar el empleo; tampoco la reducción de impuestos que siempre favorece a los mismos sectores. El revalorizado rol del Estado no significa que el poder financiero y sus voceros hayan perdido influencia y mucho menos que no vayan a sostener su actual hegemonía.
Pero lo que despierta mayor desconformidad es que los mismos que se benefician con la “crisis“ y la reducción de impuestos, no se rebajan sus sueldos, que son hasta 100 veces más elevados que el sueldo de un obrero, o la distribución de bonos, sistema creado para que aún en tiempos difíciles se puedan distribuir.
A este acuerdo del metal lo seguirán otros gremios. Los trabajadores de las comunas ya padecían la congelación salarial, pero ya se habló hoy de rebaja de sueldos. Les resulta conocida la receta? No es casualidad, es la receta del FMI.
En numerosos países, grandes empresarios o banqueros que reclaman a gritos -y obtienen del Estado- ayudas millonarias, se aprovechan de la crisis para despedir a mansalva y reducir costes. Una actitud que, en el actual contexto de crecimiento descontrolado del desempleo, enfurece. Por eso se multiplican las protestas sociales.
El huracán económico se ha llevado por delante una cuarta parte de la riqueza mundial y está provocando, en casi todo el planeta, el cierre de fábricas, la explosión del desempleo, una escalada proteccionista y la radicalización de las protestas sociales. Pero aquí según encuestas dudosas, un 51% estaría dispuesto a aceptar la rebaja salarial para conservar su trabajo.
Veremos alguna vez reaccionar a esta clase trabajadora? Es muy meritorio llamar a firmar en internet una protesta por la situación de la Caja de Enfermedad, situación también alarmante, inhumana y vergonzante, pero lo que nos hace crecer, sentirnos más fuertes y ser parte de un todo, es salir a manifestar nuestra desconformidad, nuestra ira; una ira creciente ante la injusticia social profunda en que se va sumiendo este país.
La gran pregunta es: cuándo los sindicatos tomarán partida por los trabajadores y una orientación clasista que conduzca la lucha en la dirección correcta???
Es de esperar y desear que este pueblo reaccione, y exija y defienda sus derechos que son, como siempre, el fruto de la lucha del pueblo, de generaciones anteriores y que han costado sangre. Sangre que también se ha derramado en este país.
El fantasma de Ådalen está hoy mucho más presente. No lo olvidemos!!!
Gloria
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