19 jun 2009

Las Cumbres Euroafricanas

Las Cumbres Euroafricanas: más vallas, más expulsiones y más explotación El estribillo de una famosa canción de Soul dice que “no hay montaña suficientemente alta, ni valle suficientemente profundo como para evitar que llegue hasta ti”. Es cierto, no hay valla suficientemente alta, ni estrechos marítimos suficientemente profundos, para evitar que los africanos negros lleguemos a España y quizá va siendo hora de que las políticas públicas admitan el hecho de la necesaria libre circulación de personas, al tiempo que revisan concienzudamente la agenda económica y política internacional. Europa, a través de España, se plantea actualmente desviar el supuesto problema a los “buenos alumnos” del Mediterráneo sur, en especial Marruecos que en pago por matar africanos negros en las vallas, recibe tratos económicos preferenciales así como material bélico y otros modernos regalos, y un esperanzador “tal vez”, a una entrada en la Unión Europea aunque sea con un status especial. Poco importa que la repatriación de los emigrantes africanos negros a Marruecos o Mauritania, países que no respetan los derechos humanos, contravenga no sólo toda disposición legal sobre el trato humanitario a migrantes, sino el propio tratado de 19921, claro que España misma, según los informes de Amnistía Internacional deja mucho que desear en ese campo. Poco parece importar igualmente, que a esto se le añada la construcción de campos de concentración tanto en territorio Español, llamados Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs) y Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETIs), como en los países vecinos del sur. Este país nuevo rico y nuevo ultra-europeo, está siempre dispuesto a atajar una amenaza, más imaginaria que real, con todos los medios a su alcance. En ese marco el Comisario europeo de Justicia, Libertad y Seguridad de la Comisión Europea, Franco Frattini, anunció la actualización del acuerdo de readmisión de inmigrantes con las autoridades marroquíes, con motivo de la Cumbre Euroafricana de Rabat de julio de 2005. El drama de miles de hermanos africanos muriendo en las costas españolas, toca los corazones de las personas bien pensantes que se preguntan ¿por qué? Para poner las cosas en su sitio y acallar en lo posible todo alarmismo, hay que decir que las migraciones son una cosa y los medios empleados en ellas otra. Respecto a las migraciones, la historia enseña que los movimientos de población africana hacia Europa y viceversa, son constantes e imparables desde la prehistoria, pasando necesariamente por la Península Ibérica, el punto natural más cercano. Por otra parte, puesto que el ser humano es migratorio en esencia, (todos cambiamos de domicilio una media de 7 u 8 veces a lo largo de la vida) el derecho al libre movimiento está internacionalmente reconocido, especialmente en casos de búsqueda de Asilo o refugio. En el terreno económico, ya no hay analistas bien informados que no reconozcan que el actual sistema social en Europa, precisa de la inmigración para mantener tanto su bienestar artificial, como su hegemonía económico-política planetaria, y es que, en la medida en que Europa esté centenares de veces más enriquecida que África, la inmigración será una constante creciente. Otra cuestión es la de los medios utilizados para emigrar, frágiles embarcaciones que suelen hundirse antes de arribar a las costas de Málaga o Canarias, pues bien, esta situación tiene dos causas específicas y muy concretas que los poderes públicos, cronistas de salón y profesionales de las migraciones evitan: La primera causa está en la política restrictiva del movimiento de personas, no hay suficientes visados para africanos, y por eso las personas arriesgan su vida y su patrimonio cuando podrían hacer ese mismo viaje, por un precio mucho más reducido, en ferry o en avión, con todas las garantías de seguridad, claro que para eso es necesaria la visa de entrada. La segunda causa viene dada por la depauperación y la atimización2 deliberada de África causada desde el norte para la masiva explotación de nuestros recursos. Es un hecho científico que las personas cuando emigran generalmente lo hacemos detrás de las riquezas. Por ello es normal que si las riquezas de África, muy en especial las minero-energéticas, están siendo arrebatadas por Europa sin compensación de ninguna clase, la gente se vea en la necesidad de seguir ese mismo camino. Ahora bien, se ha convertido en un lugar común hablar de la depauperación africana sin afinar en el análisis y es aquí donde entran en juego los tratados bilaterales y las cumbres internacionales, dos interesantes estrategias que demuestran que África necesita una revolución. En 2005 sostuve conversaciones con un alto cargo militar de la marina española, él me descubrió que España no consideraba, de momento, potenciales aliados políticos a los estados de África negra, es más ni siquiera se consideraba que el nexo religioso desde una posible perspectiva eurocéntrica, África es el continente de mayor y más rápida expansión del cristianismo, pudiera ser significativo. Existe una clara relación entre la percepción de una amenaza y la percepción de una alianza, la cuestión es que África negra no pinta nada en el panorama político internacional debido a su debilidad estructural; política, económica y por ende militar, causada por la perpetuación del sistema de explotación mundial instaurado por Occidente y sobre todo la falta de unidad y esto es algo que todo africano debería saber para no llevarse a engaño. No es casual que las cumbres euro-africanas la de Rabat y la de Lisboa de 2007 ponen sobre la mesa las cuestiones relativas a las migraciones, y por alguna rocambolesca razón que no se me escapa del todo, siempre las relacionan con la seguridad o la falta de ella, como si los africanos viniésemos a este país armados, pasando de puntillas sobre las verdaderas razones de los movimientos migratorios. Y es que la cuestión de fondo que interesa en España no es otra que la seguridad, España es consciente que, desde que es un país enriquecido, a pesar de las crisis, se está ganando enemigos, sin embargo presa de las dinámicas internacionalmente instauradas, en lugar de poner sobre la arena de Naciones Unidas y las grandes instituciones la causa de los desequilibrios, invierte s u capital en medidas disuasorias que atentan incluso contra las disposiciones internacionales en materia de derechos humanos. Al margen de las ampliaciones de las vallas, subvencionadas por la Unión Europea, sólo en Canarias, el Sistema Integral de Vigilancia Exterior SIVE, cuyo costo total era de 5,844.000 euros, se destacaba con unos gastos de mantenimiento de 2,000.000 de euros anuales, y se acompañaba en las mismas islas de un incremento de los efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de los medios para el control de documentación en torno a los 5,000.000 de euros, amén de los gastos infraestructurales y de cooperación con Marruecos en 2005, a este aparataje digno del emperador Adriano en Britannia se le superpone en FRONTEX, el verdadero matador de centenares de personas africanas al interponer una barrera marítima que hay que rodear ocasionando singladuras marítimas casi imposibles y sobre cuyo coste apenas tenemos datos precisos. La causa es sencilla, cuando un inversor coloca sus fondos en un banco espera que estén fuertemente protegidos con todas las medidas, defensivas, léase patrullas, y ofensivas, léase la toma del islote Perejil. El estado español y la Unión Europea son conscientes además de que todo esfuerzo defensivo es poco si no se incide en la propia África para, en teoría fomentar el desarrollo económico de la región y evitar que decenas de miles de personas se vean obligadas a abandonar su continente. Pero el hecho es que toda la ayuda a programas de cooperación no es más que un parche puesto sobre el roto político de África Negra. Los tratados de repatriación, y las cumbres centradas en la “seguridad” como toda acción represiva, auguran males peores. Hace unas décadas, los europeos inmigraron en África, a fuerza de ametralladora y en demasiados casos se les recibió con los brazos abiertos, eso enriqueció Europa extraordinariamente, hoy somos los africanos los que devolvemos de forma pacífica el regalo. Se deduce fácilmente de esta situación, que es mejor dejar que una olla a presión tenga una válvula por la que salga el vapor, o en caso contrario habrá que bajar el fuego causado con las políticas de explotación en el continente que dio origen a la humanidad, porque si no, es seguro que la explotación acabará por convertirse en explosión. Antumi Toasijé Antumi Toasijé es historiador panafricanista, doctorando en Estudios Africanos, Rector del Centro Panafricano www.kituo.org Director del Centro de Estudios Panafricanos www.africologia.org y Director de la Revista de Migraciones de la FAIB

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