13 dic 2009

Yo acuso, bajo una luz buena: ¡Aminatu!

Imagen Juan Kalvellido Todo aparece bajo una nueva luz cuando se empieza a levantar el dedo contra quienes relativizan la culpabilidad histórica de crímenes y genocidios humanos, culturales, históricos y calumnias acusando de estos desastres al comunismo, al “terrorismo” y al independentismo descolonizador como si con ello lavasen mente y manos de toda culpa. Entre ellos, los hay que no descansan soltando veneno del más puro bélico, más destructivo si cave, más paranoico, más chip, más moderno. Hoy , bajo el eslogan del terrorismo internacional, se descuartiza al comunismo filosófico, a los comunistas, independentistas del capitalismo e imperialismo. Concienciados, clases explotadas y pueblos oprimidos, no dejan de ser, masa humana sospechosa de ilusiones perdidas, y de las que están por llegar. Ideales e idealistas, conciencia, esperanza y libertad, forman parte del terrorismo internacional que con diferentes etiquetas, cuño y sello, el imperialismo yanqui y los guardianes del nazismo europeo unidos crean, generan, empaquetan, exportan y expansionan para exterminar pueblos y culturas y colonizar sus riquezas de la forma racial más pura, para resolver sus propias contradicciones y solventar su pobreza económica. Generando holocausto tras holocausto, genocidio tras genocidio. Por ello persigo la luz. Quiero alumbrarme de ella ¡Aminatu! ,para gritar con todo y tod@s la verdad histórica, el ¡alto!, a la perpetuidad de los crimines impunes. Una luz que alumbre la conciencia de la verdad. Persiga el silencio de poderes fácticos, sobre el deambular de los pueblos de diferentes culturas por el mundo sin meta ni horizonte, expulsados de sus casas hacia ninguna parte, hacia todas. Hacia el vértigo, vacío. Hacia desconocidas ciudades donde el monstruo anida. Culturas ajenas para ellos que despellejan sus sentimientos étnicos . Ríos humanos hacia la trampa del capitalismo. Ese laberinto que te ata de pies y manos. No quiero callar, por eso escribo. Se lo digo al rey, al príncipe, dios o diablo. Para mí no son sino palabras huecas. Yo acuso. No me callo. Quiero contar historia, la historia de lo que fue una vida antes de que llegaran las nubes oscuras y espesas. Y los rayos incendiarios y estruendos de estampidos, y explosiones centelladas secas. Yo acuso. No me callo. Lanzaron balas ardorosas, mortíferas y expansivas. Llegaron sin discriminación zumbidos por cualquier parte estridentes. Artillería masiva sin límite espacial reventando el petrolero Oriente. Doblando por millones de balas al simbólico bombardeo de Gernica (símbolo de destrucción del nazismo). Convierten nuestros almanaques, abecedarios, libros de historia, día a día en un sentimiento perpetuo de dolor y muerte. Son los gobiernos de los llamados ricos, esos demócratas voraces de la avaricia quienes rodean nuestras gargantas históricas y oprimen nuestros vientres famélicos, reventando nuestra alegría expansiva, horadando pies con grilletes, como al ganado. Si el dios de los hombres, no es el mismo de la guerra: ¿Sobrarán los hombres que apoyan su dios? Si la palabra tiene tanto poder: ¿Para que seguir creando más armas, más ejércitos, más invasiones, más policía, más leyes represivas, más fácticos intocables bajo pena criminal? Si la democracia es buena para los pueblos: ¿Porqué se unen “los demócratas del mundo” contra los pueblos aplastando su dignidad, su alegría? Si los ejércitos son belicosos y la democracia es sinónimo de antifascismo, ¿Porqué bendice y glorifica sus tropas?. ¿Cuando apoyaron la brutal dictadura de Somoza en Nicaragua durante cuarenta años, de Pinochet, de Videla, de Marruecos oprimiendo a su pueblo y ocupando la tierra de los saharauis, del sionismo judío en Palestina, Líbano... ¿Eran más o menos demócratas que cuando arrasaron por sorpresa invadiendo y tomando como propio Iraq, Yugoslavia, Afganistán? Una luz que no haga distinción a la hora de juzgar siempre a los más miserables, manteniendo “democraticamente impune” lo más corrupto. ¿Es la fatalidad la que conduce al abismo de los muertos vivos, vivos muertos. Muertos, muertos...? No digamos nunca ¡basta!, para acercarnos al camino. Ver y sentir la llegada de esa luz que conmueve ¡Aminatu! convierte en actos las potencialidades. “Porque el hombre que clama, vale más que el que suplica: el que insiste hace pensar al que otorga. Y los derechos se toman, no se piden, se arrancan, no se mendigan” José Martí . Sepan los opresores que los pueblos, ese fantasma que empieza de nuevo a recorrer el mundo descalzo, dispuesto, sin equipaje. Arrastra tras sí la lanzadera de la mortaja que esputará sobre el rostro de los enmascarados criminales. Maité Campillo Tomado de Rebelión

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