19 may 2010
"Es terrible que la Falange lleve a un juez al banquillo"
Javier Bardem se ha unido a la plataforma de apoyo a Baltasar Garzón por considerar que es de "sentido común" defender el derecho a la información de las familias de las víctimas
Ni pajarita ni chándal. Javier Bardem (Las Palmas de Gran Canaria, 1969) no iba ayer disfrazado para la alfombra roja. Tampoco de Uxbal, el hombre machacado por la vida que interpreta en Biutiful, la nueva película de Alejandro González Iñarritu.
El actor no sólo vestía ayer pantalón vaquero gris, camisa rosa y playeras, sino que estaba relajado y sonriente, lejos del estado de ansiedad (y subidón) en el que uno espera encontrar a los actores que compiten aquí estos días. El trasiego es grande y la promoción interminable. "Venir aquí a hablar de ti mismo durante horas y horas es lo peor. La promoción es una enfermedad necesaria", dijo para arrancar.
Quizás por ello no duda a la hora de contestar a cualquier pregunta, aunque no tenga que ver con la promoción de su trabajo en el mayor escaparate del cine mundial. Los ataques que suele sufrir (tanto él como su madre) por parte de un sector de los medios de comunicación españoles, no le han quitado las ganas de seguir opinando sobre ciertos asuntos políticos de actualidad. El actor se ha unido recientemente a la plataforma de apoyo al juez Baltasar Garzón, apartado de su cargo en la Audiencia Nacional por querer abrir un proceso al pasado franquista.
"Creo que mi postura es de sentido común. Que Falange Española lleve al banquillo a un juez por investigar los crímenes del franquismo es algo terrible y retrógrado. Es de sentido común defender el derecho a la información y al bienestar de las familias de las víctimas. Con este asunto hemos dado un paso atrás importante. Gran parte del legado del franquismo sobrevive todavía en ciertos tribunales", espetó.
Y una vez que cogió carrerilla ya no hubo quién para pararle. "Las dos Españas existen, lo vemos todos los días. Lo que quiere hacer Garzón es limpiar esas heridas para que no se vuelvan a abrir. Intentar impedir que se reabra este tema [investigar los crímenes del franquismo] tiene una motivación puramente política", zanjó. Más claro, blanco y en botella.
Su papel en Biutiful, una película que se sumerge en el submundo del trabajo clandestino, le ha servido para conocer de primera mano el infierno cotidiano en el que viven muchos sin papeles en nuestro país. Una situación que califica de "esclavitud moderna" y que, en su opinión, ejemplifica "el modo en el que nuestro bienestar se basa en la miseria de los demás".
Pero su malestar va más allá de las declaraciones bienintencionadas. Durante el festival se ha anunciado que Bardem producirá y narrará Hijos de las nubes, un documental sobre el conflicto del Sáhara occidental que dirigirá Álvaro Longoria. "Pretende ser un trabajo objetivo tras 30 años de despropósitos políticos sobre la situación. Desprovisto de emoción porque creo que la realidad va a dar siempre la razón al pueblo saharaui", matizó. La película tratará de analizar "los intereses políticos y económicos" que se esconden detrás de la "partida de ajedrez geopolítica" jugada por Marruecos. Y lo hará a lo grande: el equipo de Hijos de las nubes aspira a entrevistar a nombres como Nicolas Sarkozy, Abdelaziz Bouteflika, James Baker, José María Aznar, Henry Kissinger y Bill Clinton.
Uno de los roles más densos
El actor parece haberse quitado ya de encima a Uxbal, uno de los papeles más densos de su carrera. "No es cierto que haga siempre personajes dramáticos e intensos. Aunque Biutiful es un drama extremo. No hay mucho humor aquí, no" (risas). Bardem dice que la lectura del guión de Iñárritu le "conmovió" porque mostraba a "la compasión como el último signo de salud de una sociedad corrupta y explotada".
El intérprete ha estado durante muchos meses metido en la piel de Uxbal. Admite que se considera un actor "un poco obsesivo" y que a veces le cuesta "salir de sus personajes", aunque no tiene alma de masoquista. "Es básico encontrar lo que te une al personaje. Pero esta búsqueda debe ser sólo un trampolín. Los trabajos terapéuticos son poco atractivos de ver. Les falta imaginación. De lo que se trata es de desentenderte de tus movidas personales para hacer algo que es mucho más importante. Los dramas de los personajes son más grandes que los tuyos", contó.
Todo esto puede sonar muy abstracto, pero el hombre que ganó un Oscar por No es país para viejos (Joel y Ethan Coen) lo aclara con un pequeño ejemplo. En Biutiful hay una inmigrante subsahariana con críos que hace de sí misma. Eso sí entra dentro de lo que Bardem llama un trabajo terapéutico y doloroso. "El papel le afectaba personalmente. A cambio los niños actuaban con la frescura e ignorancia propia de su edad. Yo me sitúo entra esas dos vías, aunque la segunda me parece más saludable", aseguró.
Eso sí, si uno tiene que meterse dentro del personaje se mete. Aunque sea un psicópata. Con todas las consecuencias. "Si me toca hacer de Hitler me pongo el traje de nazi. Y me pongo a favor de Hitler. Intento comprender sus motivaciones, por caóticas y fascistas que fueran, como hizo Bruno Ganz de un modo fantástico en El hundimiento", razonó. Y señaló que los roles de los que más le cuesta desprenderse son los basados en personas de carne y hueso, "como Ramón Sampedro [Mar adentro] o Reinaldo Arenas [Antes que anochezca]". Pero el esfuerzo no es nada comparado con "el lujo de poder dedicarme a esto". Un tipo contento y con suerte, pues.
Carlos Prieto
Tomado: Público
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