Marcos no sueltes la guitarra.
Como aquel miliciano, al que captó un fotógrafo en lo alto de una colina, derribado por una bala franquista, pero que cae empuñando su fusil, como si remontara el vuelo, Marcos, no sueltes tu guitarra.
Así te veremos siempre, mientras tengamos ojos para verte; mientras la memoria reproduzca tu figura, tu rostro afilado, tu canción más afilada aún; tu guitarra campera.
Saliste a la intemperie en años del pachecato; permaneciste en ruedas de fogones, plazas y entreveros, cantando con “la raíz y copa” de nuestra música; la canción necesaria:”La rastrojera”, abriendo despertares; “Nuestro camino” en tu lirismo llano.
Ahora aparecerás en diarios y hasta (¡quién sabe¡) en la TV, tu rostro sufrido y generoso, tu sapiencia escondida como cachimba entre un mar de helechos.
No les des importancia, Marquitos, No sueltes la guitarra…
Editado en Francia |
(Para el poeta, folklorólogo y gran músico, Marcos Velásquez. Porque mucho nos duele. Washington Benavides, Setiembre del 2010, Montevideo)
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