2 dic 2010
Los secretos verdaderos, a salvo por ahora
Es lícito reconocer que los embajadores de Washington se muestran muy preocupados por el estado de salud y por el ánimo de sus aliados o enemigos. Se interesaron mucho en la salud mental de la presidenta argentina y también, según revela en su edición de ayer Le Monde, por el “equilibrio” personal del presidente francés, Nicolas Sarkozy, luego de su divorcio con Cecilia Sarkozy.
En cambio, a juzgar por lo que se publicó por el momento, una suerte de interrogante repetitivo desvela a los especialistas en relaciones internacionales: ¿qué pasó con los cables que tratan acerca de esa espada de Damocles sobre la paz y la seguridad mundial que es el proceso israelí-palestino? ¿En dónde estarán los cables sobre el atentado contra la Embajada de Israel en Buenos Aires, y qué código secreto se habrá tragado las consideraciones o informaciones de la embajada norteamericana en Buenos Aires a propósito del atentado contra la AMIA? Tampoco encontramos huellas sustanciales acerca de la relación carnal y militar entre Washington y Bogotá, ni palabra válida sobre los operativos que condujeron a la liberación de los rehenes secuestrados por las FARC. Eso sí, no faltaron las sempiternas acusaciones contra Chávez y el régimen cubano, rebautizado “el eje de la malicia”. Le Monde reveló ayer otra no novedad: la inquietud norteamericana frente a las intenciones de Irán “para reducir su aislamiento diplomático y estrechar sus lazos con los Estados de izquierda de la región”. La nota secreta, firmada por Hillary Clinton el 23 de enero de 2009, destaca que en esa empresa Teherán cuenta “con la ayuda de Chávez”. La secretaria de Estado se pregunta incluso “si acaso Teherán tiene la intención de utilizar la región como plataforma para eventuales ataques terroristas, sea directamente, sea por medio de terceros”. Clinton, no obstante, carece de “informaciones sobre las intenciones estratégicas de Teherán”.
Los grandes asuntos mundiales, los auténticos, no figuran en el menú. Nada sobre Yasser Arafat, sobre el ex primer ministro israelí Ariel Sharon, sobre las guerras del Líbano o la caída del Muro de Berlín. A cambio de lo esencial, el quinteto censor ofrece una exploración del inconsciente casi sentimental de los embajadores de las sucesivas administraciones norteamericanas y un río de chismes que atañen a asuntos internos de los países o problemas estrictamente personales. “El reciente divorcio de Sarkozy plantea preguntas sobre su habilidad para mantener su equilibrio y concentración”, escribió la embajada norteamericana en París en 2007. Los funcionarios de la representación anotaron en un cable que “durante su separación, en 2005, Sarkozy apareció públicamente muy irritable y sombrío”. Otros detalles revelados por Le Monde no agregan nada al retrato de Sarkozy, cuya fascinación por la cultura norteamericana y su admiración por el ex presidente Georges Bush eran de dominio público. Le Monde habla incluso de “una fascinación recíproca” entre Sarkozy y los norteamericanos. Los “papelitos” de ayer cuentan que los estadounidenses lo consideraron como el “presidente más pro estadounidense”. No hay, en este dato, el más mínimo rasgo de novedad: el atlantismo de Sarkozy ha sido una señal clara y constante desde su llegada al poder. Es curioso constatar el poder que se autoadjudica la administración estadounidense. El embajador en París celebra que Sarkozy haya dejado de lado “la vocación gaullista francesa de poner en tela de juicio la posición hegemónica de Washington en los asuntos internacionales”. Luego, en el telegrama 238115, su redactor acota que la “impaciencia” de Sarkozy “ante la búsqueda de resultados y su deseo de tomar la iniciativa –inclusive sin el apoyo de socios internacionales ni de sus propios asesores– nos obliga a canalizar sus impulsivas propuestas de forma constructiva y con vistas al largo plazo”.
Los sesudos diplomáticos norteamericanos dan muestras de un espíritu de comadres celosas en sus comentarios. A la canciller de Alemania, Angela Merkel, la apodan “teflón” por su inalterabilidad ante las críticas. A la pareja compuesta por el primer ministro ruso, Vladimir Putin, y el presidente Dimitri Medvedev les cayó el apodo de “Batman y Robin”. La profundidad de los análisis con respecto a una de las grandes potencias militares del planeta está por los abismos, tanto como quienes defienden la difusión de estas groserías como una “necesidad” de la democracia y un montón de gargarismos semejantes propagados en los editoriales de los cinco diarios que sacaron a la luz la tinta sucia. En una entrevista con Larry King, difundida por CNN, Putin dijo: “Hablando francamente: No nos esperábamos que esto sería hecho con tanta arrogancia, tan groseramente y de una forma tan poco ética”. No se alarme el lector. La cablenovela continuará en los próximos días. Quién sabe cuántos amantes, comentarios de baño público, ofensas al honor y secretos de alcoba saldrán de las rotativas del Quinteto de Occidente, tan celoso de los valores de la democracia, la verdad, de la dignidad de los pueblos y de sus intereses económicos.
Eduardo Febbro París
Tomado: Página 12
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