Acabo de regresar de Cuba, donde he tenido el privilegio de participar en una larga e intensa reunión con Fidel Castro |
Acabo de regresar de Cuba, donde he tenido el privilegio de participar en una larga e intensa reunión con Fidel Castro, en la que, como no podía ser de otra manera, se habló de las recientes revueltas en la República Tunecina, Egipto y otros países del mundo árabe. Y, como no podía ser de otra manera, se hizo especial hincapié en la relación entre los dos grandes escenarios de la lucha antiimperialista: Latinoamérica y Oriente Medio (que ahora abarca también el norte de África), así como en la necesidad de que, salvando las grandes distancias geográficas y culturales, ambos frentes consoliden sus relaciones y colaboren de forma cada vez más estrecha en su batalla común contra el capitalismo. No en vano la imagen del Che y sus consignas revolucionarias aparecen cada vez con más frecuencia en las calles de Túnez o El Cairo.
Pero no menos necesario y urgente es que quienes luchamos contra la barbarie capitalista desde el interior de los países más desarrollados -en el corazón de la bestia, como decía el Che- nos unamos en un frente común y participemos activamente en todas las batallas políticas que se libran a nuestro alrededor. Y en estos momentos, la lucha de la izquierda independentista vasca es sin duda una de las más importantes (como lo demuestra el encono de los gobiernos español y francés en su vano afán de sofocarla), y todas las fuerzas genuinamente democráticas -es decir, anticapitalistas- debemos apoyarla por todos los medios. Y no solo por mera solidaridad, sino porque la lucha del pueblo vasco por la independencia y el socialismo -de cuyo éxito depende en buena medida el futuro político de Europa- es una de las más vigorosas expresiones de la gran batalla global por un mundo libre, justo y solidario. A veces se diría que la distancia entre Donosti y Madrid es mayor que la que hay entre Cuba y Egipto o entre Venezuela y Túnez, y todas las organizaciones de izquierdas, tanto las independentistas como las de ámbito estatal, tienen la ineludible responsabilidad de salvar esta brecha histórica (que el poder siempre se ha esforzado por mantener abierta) para confluir en un frente común, en el que las diferencias no sean motivo de discordia sino de enriquecimiento mutuo. Nunca hubo, en Europa y en el mundo, un momento más propicio para la unidad, y no podemos desaprovecharlo.
La historia no se repite, como creen los necios, ni se acaba, como quisieran los privilegiados. Lo que se repite es la brutalidad del poder; lo que se acaba es la paciencia de los pueblos.
Carlo Frabetti en Kaos en la Red
Tomado: KaosenlaRed.net
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