9 oct 2011

“Una guerra que no debería haber sucedido”


ENTREVISTA A DIRECTOR Y

PROTAGONISTAS DE “LA VOZ DORMIDA”

“La mujer que se iba a morir se llamaba Hortensia. Tenía los ojos oscuros y no hablaba nunca en voz alta. Sólo cuando la risa le llenaba la boca, se le escapaba un Ay madre mía de mi vida, que aún no había aprendido a controlar, y lo repetía casi a gritos sujetándose el vientre. Llevaba el cabello largo, anudado en una trenza que le recorría la espalda, y estaba embarazada de ocho meses“. Así comienza La Voz Dormida, el libro de Dulce Chacón.

Y así recuerda Benito Zambrano a la escritora el día que la conoció, ya en el hospital, a la mujer que aún no sabía que iba a morir. Se citó allí con ella para hablar de la adaptación de la novela y desde entonces hasta ahora han pasado casi ocho años. Dice Benito que sentía una deuda enorme con aquella mujer que tan rápido tuvo que marcharse, tenía que hacer bien la película, por ella. En honor a la maravillosa escritora y en honor a las mujeres de las que ella habla en su novela. Mujeres que realmente viven y vivieron, que lucharon tanto en la guerra como después, en las calles y las cárceles. Que callaron, que aguantaron injusticias y pérdidas. Que lloraron una España que soñaban libre y quedó separada por el odio. Una guerra que no debía de haber sucedido. Es el mensaje principal que el director y su equipo quieren señalar por encima de todo. Un rodaje intenso, en el que Zambrano se ha volcado por completo tanto en la adaptación como en la creación de atmósferas (cabe destacar el gran trabajo de la dirección de arte, muy buena adaptación del medio a la época) y en sus actores.

El reparto lo componen María León e Inma Cuesta, que interpretan a las hermanas protagonistas, Tensi y Pepita; Marc Clotet (Chaqueta Negra) y Daniel Holguín. Además se percibe la compenetración de los actores tanto dentro como fuera de la pantalla. Tensi y Pepita, Inma y María, son hermanas desde el primer día. Además, reconocen, que esta aventura les ha permitido conocer a fondo la vida de las mujeres de la España de 1939. Trabajo y responsabilidad enormes ante ellas. Pero lo han sabido dominar a la perfección, e incluso María León se llevó la Concha de Plata a Mejor Actriz. (El primero de muchos, pues la actuación general es lo mejor de La Voz Dormida).

El pasado jueves me adentré en el majestuoso hotel María Cristina, pegadito al río Urumea y subí hasta la cuarta planta para realizar la entrevista al equipo de la película. Eso era un ir y venir de gente. Inma Cuesta salía de su habitación tarareando la nana (una preciosa canción compuesta especialmente para La Voz Dormida y que canta la misma actriz) y saludaba contenta a todos con los que se cruzaba. Se respiraba alegría en la cuarta planta del María Cristina. La noche anterior había sido la esperada première y no pudo ser más emocionante. El público de la gigantesca sala del Kursaal se alzó en aplausos y gritos durante más de diez minutos, desde que acabó la película hasta que Benito Zambrano y los actores cruzaron la puerta danzando sobre la alfombra roja.



Al entrar a la habitación, Marc Clotet estaba en el umbral. Quedé mirándolo, estaba muy raro sin su chaqueta Negra llevando una impecable camisa blanca, sin bigote ni gorra. Enhorabuena, le dije con una gran sonrisa. ¿Te ha gustado? Me observaba como emocionado, como después comprobé que miraban el resto de actores protagonistas y el propio Benito. Como un niño que ha preparado un regalo con cuidado y espera ansioso si al receptor le ha gustado. Es preciosa. Le respondí yo también emocionada. Y es verdad, a mí me gustó mucho, no es como dicen “otra película española más sobre la guerra civil“, es diferente. Tiene la fuerza del libro de Dulce. Es sobre las mujeres, es la voz de las mujeres que callaron y lloraron en forma de película. Además, en este país aún no se han cerrado heridas, han callado y siguen intentando callar a aquellos que piden justicia. Por eso, nunca serán suficientes las películas que traten este tema. Se expande el rumor de que “todas las películas hablan de lo mismo“ y no vemos más allá. Cada película es una historia diferente, al igual que cada detalle de la vida. Veamos la película sin más miramientos, que vivimos en el siglo de la globalización (más homogeneidad en cuanto a contenidos y contenientes no hemos visto jamás).

Por fin pude sentarme en un sofá junto a Benito Zambrano, y como un niño intentaba estar a todo. A los periodistas que entraban y salían, a los del chat de TVE que le estaban esperando, a mí cuando le dije que habíamos compartido escuela de cine. Y la energía que desbordaba. Cercanía y alegría era lo que derramaban los de La Voz Dormida. Así da gusto hacer una entrevista, ¡como en casa!

Zambrano me habló de Cuba, isla a la que sigue  yendo a menudo, de hecho la banda sonora se compuso y grabó en La Habana. De acuerdo, primera  pregunta.

Benito, ¿qué sientes cuando lees el libro y descubres que quieres llevarlo a la narrativa cinematográfica?

(Mira hacia la ventana, coge aire y… )

El libro, lo primero, fue un descubrimiento. Descubrí una historia y una época que me parecieron increíbles. Contar una historia tan dura desde el punto de vista de las mujeres, de las que sufrieron. Esas historias individuales y humanas que hay dentro de La Voz Dormida me llegaron muy adentro. Pero sobre todo la manera en que está contada, con esa alegría de vivir, la ternura, el compromiso con la vida y con la gente, todo eso me fue enganchando. Sentí además que podría contarlo haciendo una película. El libro de Dulce Chacón me llenó, me estimuló para contar esta gran historia insertada en un momento histórico fundamental, en lo político y en lo humano.

José Saramago dijo que los libros de Dulce Chacón eran duros pero necesarios. ¿Defines así la película? Sí, es una película dura pero más dura es la realidad. Además, la cultura tiene que ser así, necesaria, porque si no, no valdría. La cultura necesita a través del arte contar las cosas de otra manera.

Benito me deja, tiene que escribir para el chat de TVE, me despido fijándome en su pulsera republicana, y se sienta en su lugar Inma Cuesta, la morena de ojos negros que interpreta a Tensi, la hermana que está encerrada en la cárcel de Ventas,y embarazada.

Inma, ¿qué te ha aportado Tensi?

¡Pues empiezas bien! Buf… creo que más allá de lo profesional o lo que el personaje me pueda aportar como actriz a nivel profesional, en lo personal el viaje ha sido muy profundo. Hemos realizado un trabajo de investigación largo y tortuoso. He aprendido mucho de la fortaleza de Tensi, de su valentía, de la lucha por sus ideales… Me ha dado una lección para saber valorar que todo lo que tenemos hoy en día es gracias a toda esa gente que luchó y sufrió. Tensi ha sido un regalo. Y un sueño el poder trabajar con Benito Zambrano.

¿Sentiste algún tipo de compromiso al interpretar este papel?

Uy sí, y un compromiso que va más allá de la historia que se cuenta. Compromiso real e importante, sobre todo porque es un homenaje a todas quellas mujeres y hombres que lucharon por la libertad. Tensi representaba todo eso. Llevaba un peso importante porque quería dejarlo impreso en la memoria. Ha sido mucha responsabilidad.

Os veo muy complementadas a las dos, como hermanas. ¿Qué ha hecho Benito Zambrano con vosotras a la hora de dirigiros?

La verdad es que esto no es algo que se ensaye, María y yo cuando nos conocimos saltó la chispa y hubo mucha química entre nosotras. Eso es algo que hay o no hay entre las personas. Desde el primer día fuimos hermanas y nos hemos convertido en amigas. Enseguida compartimos la ropa y nos cepillamos el pelo la una a la otra, como de toda la vida. Y eso que en realidad sólo hemos trabajado en rodaje dos días juntas. Quedábamos para vernos y ensayar, para que existiera después esa complicidad entre las dos.

Entonces viene María León, con esos ojos azules que imponen. Su pelo suelto y labios carmín, no parece la misma Pepita, la de las dos trencitas y acento cordobés. Tan salá ella. La verdad es que he llegado hasta aquí y no sé cómo… todo se lo tengo que agradecer a mi hermano (Paco León) que me ha metido en este lío. Anoche me acordé muchísimo de él, me hubiera encantado que hubiera estado a mi lado en la presentación de la película.

¿Eres consciente del trabajo que has hecho? ¿De lo que Pepita va a dar que hablar?

No, la verdad es que todo esto me pilla por sorpresa. (Se ríe alegre) Lo único que he hecho ha sido meterme en una enorme familia, y caminar. Que venga lo que tenga que venir. Pepita es un regalo que me ha hecho Benito, es un personaje bombón, como me gusta llamarle. Es un amor de personaje y he sido muy feliz dándole vida.

Decían de la novela, que La Voz Dormida era un grito para despertar a olvidadizos y desmemoriados. En palabras de Dulce en una entrevista del 2003, “La Voz Dormida es un homenaje a los republicanos y republicanas que perdieron la guerra, es decir, a las gentes que no tuvo la oportunidad de contar su historia, la que a mí no me habían contado“.

Dicen de la película que es muy melodramática y manipuladora. Pero, seguramente lo digan personas que no han leído el libro y no caen en que la película es una adaptación de una novela. Un trabajo que hizo Dulce Chacón, documentándose durante cuatro años y medio. “Hablé con historiadores, visité bibliotecas y hemerotecas, pero lo más importante fueron los innumerables testimonios que recogí en pueblos y ciudades. Estos testimonios son la base fundamental de la estructura narrativa, diría que la carnalidad de la novela y, por lo tanto, la que le presta más emoción, aunque los personajes son ficticios en un entramado de acontecimientos reales.

Dulce Chacón opinaba que se confundió durante la transición la reconciliación con la conspiración del silencio. “El silencio impuesto durante la dictadura fue terrible, pero durante la transición fue un silencio excesivamente largo y consensuado que ha llegado la hora de romperlo. ¿Cómo? Hay que establecer una conversación, no una discusión para recuperar la memoria de aquellos que no han tenido el derecho a expresar sus propios recuerdos, y de este modo, recuperar la memoria histórica“

Ya se había acostumbrado a hablar en voz baja, con esfuerzo, pero se había 
acostumbrado. Y había aprendido a no hacerse preguntas, a aceptar que la 
derrota
se cuela en lo hondo, en lo más hondo, sin pedir permiso y sin dar 
explicaciones. Y tenía hambre, y frío, y le dolían las rodillas, pero no 
podía parar 
de reír.


Reía.

Alba Cantón / LA REPÚBLICA

Tomado: La República.es

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