La televisión no transmite el miedo. Eso es lo que debió sentir Abu Rahma el pasado siete de julio cuando, bajo el asfixiante calor de Cisjordania, los soldados israelíes lo maniataron y vendaron los ojos. Dice que antes le habían dado una buena paliza por participar en una manifestación contra el muro, en el pueblo de Na´alin.
Uno de los militares, parece ser que un teniente coronel, tuvo la sangre fría de colocar al joven palestino en una buena posición para que un soldado le disparase, prácticamente a quemarropa, en el pie o la pierna – no se aprecia bien – a unos dos metros de distancia.
En fin, como dijo el maestro Sevilla hace unos días en su blog, "la brutalidad no tiene medida". Quien quiera una buena ración de barbarie puede verlo en la página web del diario israelí Haaretz.
Supuestamente, el soldado utilizó balas de caucho, unos proyectiles de acero recubiertos de ese material que, los eufemismos castrenses describen como "menos letales". Se recomienda no dispararlas a menos de 40 metros porque, más cerca, pueden causar graves heridas e incluso la muerte.
- Según como te dé – me dijo una vez Osama, un neurocirujano de la franja de Gaza acostumbrado a sacar proyectiles de los cuerpos – puede ser peor que una bala normal porque la herida es más sucia y astilla el hueso.
El ejército israelí lo califica de hecho aislado. Dice que ha abierto una investigación y que, si procede, llevará a los responsables ante la justicia, pero hay más preguntas. Según la prensa israelí – que ha estado ejemplar publicando los hechos – el soldado ha declarado que recibió la orden de disparar. Las mismas fuentes declaran que el teniente coronel se mostró sorprendido por el disparo y que todo – según la investigación – pudo deberse a un malentendido entre ambos. Una portavoz del ejército ha expresado sus dudas sobre la edición – el proceso de montaje – del vídeo.
Desde la otra parte, los palestinos se preguntan dónde se escondieron, aquel 7 de julio, los principios de la llamada "única democracia de Oriente Próximo". Sus portavoces dicen que es sólo uno más de los abusos de poder que comete el ejército israelí y lo califican de terrorismo de estado propio de las antiguas dictaduras.
Lo que ocurrió aquel día lo grabó una niña palestina de 14 años y lo ha difundido B´Tselem, una organización defensora de los derechos humanos que ha repartido más de 100 cámaras entre palestinos de las zonas en conflicto para que graben los abusos que comenten, generalmente, los colonos judíos. Están colgados en su página web. Allí puede verse una buena colección de brutalidades. Desde el apaleamiento a unos pastores palestinos por cuatro enmascarados, hasta los testimonios de árabes que enseñan sus heridas y cuentan como los agredieron.
Gracias a internet y a las nuevas tecnologías ahora, vosotros, podéis ver, juzgar y decidir cómo calificar lo sucedido con más independencia de lo que os contamos desde los grandes medios de comunicación. Hacedlo.
Óscar Mijallo
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