11 jul 2011
Estados al borde de la quiebra
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Entre los miembros de EEUU y los de la UE no hay tantas diferencias, pero la zona del euro está en duda en duda y la primera economía del mundo sigue teniendo la máxima calificación de las agencias de rating
Desde el 1 de julio, el estado de Minnesota ha dejado prácticamente de funcionar. Sus parques naturales están cerrados, muchas de sus oficinas están en servicios mínimos y sus 22.000 funcionarios están en paro técnico. Es el ejemplo más drástico de las tremendas penurias económicas por las que pasan muchos de los estados estadounidenses que no consiguen cerrar sus presupuestos debido a la crisis y al clima de enfrentamiento político entre demócratas y republicanos.
No es la primera vez que pasa. Minnesota ya suspendió pagos en 2005 durante ocho días. Muchos estados, como California o Illinois, tienen déficits colosales desde hace años, en concreto 21.200 millones de dólares (14.800 millones de euros) y 17.000 millones (11.900 millones de euros) previstos sólo para 2012, respectivamente. Y eso pese a que todos, salvo Vermont, están obligados por ley a presentar presupuestos equilibrados. La crisis, sobre todo la inmobiliaria, ha reducido drásticamente los ingresos en zonas como Florida o Nevada.
Los recortes presiden los presupuestos de los estados, que sufren fuertes déficits
Hasta ahora, la ayuda federal conseguía colmar más o menos los agujeros, aunque ninguna ley obliga a Washing-ton a rescatar a los morosos. "Ningún mecanismo institucional impone al Gobierno federal que compense a los miembros de la federación", explica James Parrot, director adjunto del Fiscal Policy Institute. Siempre ha imperado el pragmatismo y el hecho de que los estados han podido refinanciar su deuda a las tasas preferenciales del Tesoro.
El contexto ha cambiado. Primero por la recesión. Luego porque este es el primer pulso del nuevo panorama político de las elecciones legislativas y estatales del pasado noviembre que llevaron a muchos gobernadores republicanos al poder. Pero, sobre todo, porque Washington también está negociando sus propios recortes y ha eliminado la cuantiosa ayuda federal que aprobó tras el estallido de la crisis y que estos últimos tres años salvó a muchos estados de la bancarrota (150.000 millones dólares de los 800.000 del plan de rescate estaban específicamente destinados a ayudar a los estados).
Barack Obama está ahora enzarzado en una batalla para subir el techo de la deuda de EEUU, que el pasado mayo superó el límite legal de 14,3 billones de dólares (el 139% de su PIB). A cambio de elevar el tope, los republicanos, que controlan la Cámara de Representantes, quieren cortes radicales en el presupuesto de 2012. Las dos partes han identificado dos billones de dólares en recortes presupuestarios para la próxima década, pero los demócratas quieren subir los impuestos, sobre todo a los más ricos, algo que los republicanos consideran inaceptable. El plazo límite es el 2 de agosto.
La asistencia de salud de los pobres corre riesgo ante la menor aportación federal
Minnesota espera en estos momentos que Mark Clay-ton, el gobernador demócrata, y los diputados republicanos que controlan las dos cámaras locales consigan finalmente aprobar un presupuesto para 2012. El desacuerdo, como ha pasado en otros estados y como está pasando en las discusiones entre Obama y los republicanos en el Congreso, es esencialmente político. Clay-ton quiere subir los impuestos a los 7.700 residentes que cobran más de un millón de dólares al año y los conservadores se niegan. Las negociaciones, que ocurren ahora porque 46 de los 50 estados cierran el año fiscal a finales de junio, están en punto muerto.
Déficit descontrolado
El panorama es bastante catastrófico. El Centro para el presupuesto y las prioridades políticas (Center for Budget and Policy Priorities), una organización independiente de análisis presupuestario, pronostica que en total el déficit de los estados para 2012 sumará 103.000 millones de dólares, algo menos que en 2011 (140.000) y 2010 (191.000), el récord absoluto desde la Gran Depresión de los años treinta. Entre 2008 y 2010, el Gobierno federal taponó más de un tercio de los agujeros estatales gracias al plan de rescate aprobado con la crisis. El plan terminó a finales de junio.
En algunos estados, como Texas, el dinero de Washington compensó el 97% de su déficit en 2010, gracias a los 6.400 millones del fondo de rescate. Sin embargo, su gobernador, el republicano Rick Perry, está tanteando presentarse como candidato a las presidenciales de 2012 con una plataforma antigobierno. "Une tu voz a los miles de estadounidenses que están hartos del gasto irresponsable que amenaza nuestro futuro", escribía Perry en su blog en febrero de 2009.
Casi todos los estados se han visto obligados a recortar sus servicios sociales y sus planes de pensiones. En California, el gobernador demócrata Jerry Brown, ha dado un tijeretazo dramático a las cuentas del Estado para dejar el déficit en 21.300 millones de dólares, comparados con los 26.000 del año anterior. Brown recortó 5.000 millones en ayudas sociales y 650 millones en fondos para el sistema público de universidades. Los recortes afectan la cobertura médica para los más necesitados (1.700 millones), los programas de reinserción profesional (1.500 millones) y las ayudas a los discapacitados (750 millones).
Illinois, Nueva Jersey, Texas y Nueva York completan la lista de los cinco más deficitarios. En Nueva York, el también gobernador demócrata, Andrew Cuomo, negoció sin confrontaciones un acuerdo parecido, aunque menos drástico con los sindicatos públicos, que tuvieron que aceptar una congelación salarial de tres años y contribuir a sus planes de salud.
El estado federal ya no puede hacer de bombero. El caso de Medicaid, por ejemplo, la cobertura médica de los más necesitados, es especialmente dramática. Si el nuevo presupuesto federal, como proponen los republicanos, reduce su contribución, muchos estados no podrán asumir la asistencia sanitaria de sus habitantes más pobres.
De seguir así, la sangría de empleos podría ser tremenda. El economista Mark Zandi, analista de Moody's, estima que las administraciones locales y estatales podrían despedir en todo el país a 150.000 empleados públicos, después de haber puesto ya en la calle a 250.000 en 2010. Y aun así, la agencia no tiene el menor reparo en mantener en la máxima calificación crediticia a Estados Unidos. El Center for Budget and Policy Priorities calcula que, sumando los despidos en el sector privado, se podrían alcanzar los 650.000 personas. Mala noticia para una economía que no consigue reducir su cifra de paro y cuya tasa se sitúa ahora en el 9,2%.
Pero no es Estados Unidos el que está en el punto de mira de los mercados y las agencias, es Europa porque Grecia tiene una deuda del 139,4% sobre el PIB o un déficit del 10,5% o porque la deuda de las autonomías españolas plantea incertidumbres. ¿Tan grandes son las diferencias? No tanto.
Isabel Piquer / Corresponsal
Tomado: Público.es
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