11 sept 2011

62 Aniversario de El Galpón


Sesenta y dos años han transcurrido desde el momento en que un grupo de jóvenes visionarios decidió hacer teatro independiente del Estado y de los empresarios. Provenían, la mayor parte de ellos, de la mítica Isla de los Niños dirigida por Atahualpa del Cioppo y de Teatro del Pueblo.
Para garantizar esa independencia era necesario ser dueños de sus medios de producción. Se hizo imprescindible contar con una sala teatral. Misión imposible para sus juveniles finanzas.
Se optó por alquilar un galpón de la Barraca Zunino en Mercedes y Roxlo. Para convertirla en teatro, aquellos artistas dejaron de hacer teatro durante dos años y se abocaron a la tarea de construir un teatro con el apoyo de parientes, amigos, aficionados y vecinos que se acostumbraron a verlos y a identificarlos como «los muchachos del galpón».
Así, cuando se vio la necesidad de darle un nombre al grupo, ya venía bautizado por la gente: El Galpón.
Y fue esa misma gente la que marcó la estrategia del grupo que se mantiene hasta nuestros días: hacer teatro para la gente y con el apoyo de la gente. Así surgió la idea del socio, que se convirtió en el sustento principal de la Institución Teatral El Galpón desde aquellos días augurales.
La vieja Barraca Zunino, convertida en el Teatro El Galpón en 1951, fue el entrañable lugar de los primeros intentos y los primeros éxitos.
En 1964, en otra audaz maniobra, se compró el Cine Grand Palace en la Avenida 18 de Julio, con la opinión adversa de todos los especialistas consultados.
A pesar de esos diagnósticos, luego de otros cinco gloriosos años de trabajo, se inauguraba en 1969 la Sala 18, hoy rebautizada César Campodó-nico en homenaje a uno de sus fundadores, el inolvidable Chino.
Una y otra vez hubo que recurrir a la gente que una y otra vez salvó a la Institución del remate de sus bienes.
Y vinieron los tiempos oscuros. La dictadura quiso dejar sin El Galpón a los uruguayos, pero la Institución se reorganizó rápidamente en México.
«La dictadura quiso dejarnos sin patria y lo único que ha logrado fue agrandarla», decía Atahualpa por aquellas épocas.
La gente, los uruguayos, vencieron a los tiempos oscuros y en 1985 nuevamente se volvió a la sede de 18 de Julio.
El querido Galpón de la calle Mercedes había sido demolido.
El resto es historia ya contemporánea. Como toda la cultura, se siguió adelante en una eterna lucha con factores adversos, entre los que no son menores los financieros.
Aquellos muchachos románticos del 49 siguen hoy vivos en cada función, en cada actor o técnico que pasa por este escenario, en cada espectador, en cada niño o joven de los cien mil que vienen por año mediante el trabajo de extensión cultural, en cada socio, que sigue siendo el principal sustento de su trabajo.
A sesenta y dos años de aquella epopeya, el homenaje a los fundadores.

Tomado: SocioEspectacular.com.uy
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