Diego Rivera: Parte central de su mural: Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central |
La segunda colección más importante del pintor mexicano Diego Rivera (1886–1957), uno de los más grandes artistas universales del siglo XX, será expuesta a partir de hoy y hasta el 8 de enero próximo en Burgos, al norte de España.
La colección, propiedad del estado de Veracruz, comprende 37 obras que permiten recorrer la vida y experiencia artística del pintor más importante del México contemporáneo, desde sus primeros años, a comienzos del siglo XX, hasta sus últimas creaciones.
De acuerdo con un comunicado, la colección comenzó cuando Rivera entregó una serie de cuadros al entonces gobernador de Veracruz, Teodoro A. Dehesa, quien había patrocinado sus estudios en Europa.
De esta forma dio inicio la actual colección veracruzana que, paulatinamente, se fu enriqueciendo hasta las 37 piezas que actualmente la conforman, convirtiéndose así en una de las más importantes de pintura sobre caballete que se conocen del artista mexicano.
Se trata de una colección esencial para conocer los primeros años de Rivera, y es indispensable para el estudio de la etapa cubista del pintor y su posterior evolución hacia la figuración clásica y los temas populares.
La cargadora de flores |
La exposición presente en Burgos recoge momentos cruciales de la vida de Rivera y sus principales períodos creativos, entre ellos la educación del artista, que recoge sus primeras obras en México, su etapa cubista y el muralismo que muestra tras estudiar a los maestros del Renacimiento.
Asimismo los años 30, periodo de pasiones y desengaños del pintor, un lapso turbulento en el que éste atraviesa depresiones, discusiones con otros artistas mexicanos, la llegada de León Trotsky y la separación de Frida Kahlo.
Además los paisajes y las costumbres populares mexicanas, marcan muchas de las obras de este periodo.
La colección incluye la realidad e idealismo con lienzos y dibujos de los años 40 e inicios de los 50, un tiempo que arranca con su segundo matrimonio con Frida Kahlo y el asesinato de León Trotsky, continúa con la II Guerra Mundial y culmina con la muerte de su esposa en 1954.
Es asimismo un periodo en el que además la pintura desbordante de los grandes murales del Palacio Nacional y de otros muchos proyectos convive con sus más reconocidas pinturas de caballete.
Finalmente, sus últimos años, en los que se le había diagnosticado un cáncer, es invitado por la Unión Soviética, donde estudia el nuevo arte ruso.
Fruto de esa estancia son algunas de las obras presentes en esta exposición, que recuerdan la pintura del realismo socialista.
Rivera, uno de los plásticos mexicanos más reconocidos, se formó inicialmente en México en la Academia de Bellas Artes de San Carlos, para luego estudiar en España y París y así, conocer la modernidad pictórica.
En 1920, viajó por Italia, lugar donde los frescos de Giotto, Uccello y Mantegna le hicieron descubrir la pintura mural.
En su regreso a México, Rivera participó en un programa para difundir el arte público en consonancia con la filosofía de la Revolución Mexicana. Comienza a perfilar el estilo que le hará célebre y aparecerá desde entonces en sus murales: las grandes figuras de corte clásico.
Rivera no sólo es considerado uno de los mejores pintores mexicanos, también fue un ideólogo, además de articulista, polemista, anfitrión de León Trotsky y creador de la moderna iconografía mexicana.
En la memoria colectiva estará siempre asociado a su amiga y protectora Dolores Olmedo y sobre todo a su tercera esposa, Frida Kahlo.
La obra de Rivera recoge lo mejor de la tradición plástica europea que, combinada con la imaginería precolombina, pone al servicio de los nuevos ideales nacionalistas de la revolución mexicana.
Tomado: La Jornada.unam.mx
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