26 ene 2009
Ante el temor de repetir Irak
El mandatario estadounidense planea reunirse esta semana con sus jefes castrenses para decidir el tamaño y el tipo de refuerzos de tropas que enviará a suelo afgano. El problema sería que la guerra pase a ser de EE.UU. y no de la OTAN.
Foto: AFP
Por Kim Sengupta y Raymond Whitaker *
El presidente Barack Obama anunció desde el primer momento que su prioridad en la llamada guerra contra el terrorismo será el frente en Afganistán. Por esa decisión el mandatario ya está enfrentando advertencias sobre la posibilidad de repetir los mismos errores que se cometieron en Irak. La guerra en Afganistán, a cargo de las fuerzas de la OTAN, ya duró más que la Segunda Guerra Mundial.
El primer día en el Salón Oval, Obama recibió un informe de la situación de boca del general David Petraeus, el máximo responsable militar estadounidense en la región. Con los datos frescos, Obama planea reunirse esta semana con sus jefes castrenses para decidir el tamaño y el tipo de refuerzos que enviará a Afganistán. El jefe del Comando Conjunto, el almirante Michael Mullen, dijo justo antes de Navidad que por lo menos 30 mil efectivos podrían ser desplegados en ese frente para mediados de año, lo que implicaría doblar el número de soldados actuales.
Gran Bretaña es el segundo país con mayor presencia en la fuerza multinacional que invadió Afganistán en 2001. Actualmente mantiene en el terreno un contingente de 9 mil hombres. Este número se convertirá en ínfimo en comparación a los aproximadamente 60 mil estadounidenses.
“Hay temor de que este conflicto pase a ser una guerra de Estados Unidos y no de la OTAN”, explicó Christopher Langton, un investigador del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés). “Otros miembros de la OTAN están planeando reducir sus tropas en Afganistán y Estados Unidos podría terminar aislándose otra vez. En vez de ser parte de una operación internacional, se convertiría en una nueva ‘coalición de los voluntarios’ (como definió George Bush hijo a la que lideró la invasión en Irak), con la única excepción de que la ocupación de Afganistán siempre contó con la legitimación de una resolución de la ONU”, agregó el analista.
Paul Smith, el director del programa de estudios operativos del Instituto Real de Servicios Unidos (RUSI, por sus siglas en inglés), destacó que varios miembros de la OTAN, como Canadá, Alemania y Francia, aumentaron significativamente sus responsabilidades en el terreno durante el año pasado. Pero la semana pasada, el ministro de Defensa francés, Hervé Morin, aseguró que el envío de más refuerzos “estaba fuera de discusión”. Al mismo tiempo, el primer ministro de los Países Bajos, Jan Peter Balkenende, otro importante contribuyente de tropas, adelantó que reducirá su contingente militar para fines del año próximo.
Smith opinó que la coalición internacional en Afganistán es más grande y está más comprometida que la que pelea en Irak, aunque al mismo tiempo le toca enfrentar una tarea más difícil. Aunque los avances militares en Irak ayudan a la misión en Afganistán, lo cierto es que los soldados estadounidenses siguen enfrentándose con el problema de la frontera con Pakistán, el refugio elegido por los combatientes talibán y de Al Qaida. “La escala del desafío es totalmente diferente”, advirtió Smith.
Ante las críticas y las advertencias, la administración de Obama se defiende prometiendo que no repetirán solamente la estrategia de Petraeus de un “surge” (aumento de tropas). “Tenemos que presentar nuevas e innovadoras ideas para combatir la insurgencia, el narcotráfico y el descontrol gubernamental”, aseguró un funcionario que pidió no revelar su nombre. Pero alguna de las ideas presentadas tienen olor a viejas. Una de ellas es formar a las milicias locales, como las que el general Petraeus creó en Irak con los grupos sunnitas, contrarios a la red de Al Qaida.
La estrategia podría no ser tan eficaz en Afganistán, donde los señores de la guerra que habían sido entrenados y armados para derrocar al gobierno talibán aún controlan grandes partes del país. El temor de los analistas militares es un mayor apoyo a que estos grupos sólo aumenten su poder y les permitan construir pequeños ejércitos privados, que tengan la suficiente fuerza como para bloquear cualquier intento futuro de unificar al país.
Hace dos años, las fuerzas de la OTAN presentaron un plan similar para crear una fuerza policial “auxiliar”, pero tuvo que ser archivado. No bien se entregaron los uniformes y las armas, varios de los reclutados empezaron a acosar a los vecinos. En la provincia de Wardak se intentó algo similar, pero las autoridades afganas tuvieron que desistir cuando no pudieron llegar a un acuerdo con las milicias locales sobre quién les pagaría a los nuevos policías y, aún más importante, de dónde vendrían las armas.
Este mismo conflicto se repite en la actualidad. El embajador estadounidense William Wood está convencido de que Washington les proveerá de uniformes y entrenamiento, pero no de armas. Mientras tanto, el Ministerio del Interior afgano propuso repartir “armas viejas y rotas, y Mohammed Masoom Stanekazi, el vicedirector de la organización de desarme del país, sugirió que sean las mismas milicias las que provean las armas.
Otra fuente de desacuerdos entre la OTAN y el gobierno afgano de Hamid Karzai es la lucha contra el narcotráfico. Afganistán produce el 93 por ciento de la heroína que se consume en el mundo. Por presión de Estados Unidos, la OTAN decidió hace unos meses redirigir parte de sus esfuerzos de guerra a frenar la producción y la exportación de drogas en el país. Los países de la OTAN no estuvieron de acuerdo con el cambio, ni el propio gobierno de Karzai, que cada vez se siente más débil.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Tomado de Página 12
Etiquetas:
Afganistán,
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