Papandreu en su laberinto. El premier griego busca legitimar el ajuste con una consulta popular en pocas semanas. Imagen: AFP |
El plebiscito anunciado el lunes por Giorgos Papandreu fue embestido por buena parte del arco político griego. Mientras el pueblo heleno observa cómo le cargan otra mochila a una espalda por demás contracturada, desde el riñón socialista una diputada de Pasok abandonó su banca en disconformidad con la iniciativa, que aún no tiene fecha. Seis legisladores de esa fuerza cargaron sobre el gobierno con una carta que enviaron al primer ministro para que presentara su renuncia de inmediato. El conservador Antonis Samaras, líder de la oposición, se sumó al rechazo de los aliados al afirmar que los planes de Papandreu responden a experimentos oportunistas y que el gobierno debería adelantar el cronograma de elecciones, previstas para octubre de 2013, si su intención es sondear el apoyo que esas políticas recogen. Con algo de esfuerzo, los líderes de la Unión Europea (UE) acordaron esta semana la puesta en marcha de un millonario plan de rescate para Grecia, que incluye una quita de deuda del 50 por ciento para los acreedores privados y un crédito adicional de 130.000 millones de euros para Atenas.
Como es habitual en este tipo de recetas –Argentina y otros países latinoamericanos saborearon el trago amargo de sus efectos–, el remedio lleva consigo los químicos que enfermaron a Grecia, sustancias que actúan además sobre otras economías. A cambio del apoyo de los organismos internacionales de crédito, los gobiernos europeos deben inyectar en cada país un cóctel de medidas cuyo ajuste se traduce en recortes salariales, salud, educación, pensiones y masivos despidos de empleados estatales. En la noche del viernes se sabrá si Papandreu recibe el visto bueno del Parlamento heleno para continuar en el gobierno.
Samaras, líder del partido Nueva Democracia, señaló que la convocatoria del premier al referéndum pone en riesgo la pertenencia de Grecia al bloque europeo. “Ahora no se trata sólo de una petición para legislativas adelantadas, sino que es una necesidad nacional y cada persona debe de asumir sus responsabilidades”, advirtió Samaras en una conferencia de prensa luego de reunirse con el presidente griego, Karolos Papoulias. E insistió: “En su esfuerzo de salvarse, Papandreu ha planteado un dilema que siembra la discordia y es un chantaje que pone en peligro nuestro futuro y nuestro lugar en Europa”, dijo.
“Se le pedirá al ciudadano que dé un gran sí o un gran no al nuevo plan de préstamo. Si los griegos no lo quieren, entonces no será adoptado”, dijo Papandreu, echando más leña al fuego, en un encuentro con la bancada de diputados de su partido. Grecia no vivía una consulta popular de este tipo desde 1974, cuando se abolió la monarquía, por una amplia mayoría, meses después de la caída de la dictadura militar. Tras sucesivos ajustes aprobados por Papandreu, a pedido del FMI y la UE, el ánimo y la indignación popular en Grecia –lejos de aquietarse– se fueron encendiendo aún más con el correr del tiempo, con meses de huelga, campañas de desobediencia civil, continuas manifestaciones en la plaza Syntagma, que incluyeron la toma de ministerios y la respuesta represiva de las fuerzas de seguridad, que el 20 de octubre le costó la vida a Dimitris Kotsariadis, de 53 años, miembro del Partido Comunista griego y trabajador de la construcción.
La diputada socialista Milena Apostolaki, que hasta ayer respondía al socialismo parlamentario, se declaró en libertad de acción y en contra de la política que el primer ministro lleva adelante. Esa disidencia deja al gobierno a un escaño de perder la mayoría absoluta (de un total de 300 escaños disponibles, Papandreu cuenta con el apoyo de 152 diputados, frente a los 160 con los que contaba al asumir como primer ministro, hace dos años). En una carta difundida ayer y enviada al presidente del Parlamento heleno, Filipos Pechelnikos, la ex ministra expresó su “profunda discrepancia con la decisión del gobierno de convocar un referéndum sobre la quita del 50 por ciento de la deuda”. Apostolaki reconoció que mantiene su banca porque “los ciudadanos tienen la necesidad de estar representados en el Parlamento por los diputados que eligieron”. Vaso Papandreu, ex ministra y ex comisaria europea –actualmente diputada encargada de los asuntos financieros en el grupo parlamentario socialista–, señaló ayer en el Parlamento que “el país corre peligro de caer en una quiebra inmediata” y abogó por medidas extraordinarias y elecciones anticipadas.
Nueva Democracia ya señaló que, en caso de que suba al poder, renegociaría con los socios europeos el acuerdo de austeridad y de reformas que Grecia enfrenta desde hace 21 meses, a cambio de continuar recibiendo ayuda externa para evitar la quiebra. El resto de los partidos de la oposición, por su parte, coincidieron en exigir legislativas anticipadas y rechazar el referéndum de plano. El anuncio de Papandreu cayó como una bomba para las Bolsas europeas (ver aparte), que se desplomaban ante la incertidumbre generada en Grecia. La consulta popular demuestra la cobardía de un gobierno que le traslada a la sociedad toda responsabilidad sobre el futuro de un país que camina por la cuerda floja desde hace meses.
Según un sondeo realizado hace dos días en Atenas por la compañía Kappa, el 60 por ciento de los encuestados se manifestó en contra del paquete de rescate de emergencia que Bruselas aprobó y que incluye una condonación del 50 por ciento de la deuda helena.
Tomado: Página 12.com.ar
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