25 may 2009
Blå Stället: defensa de la cultura o farsa???
Hace unas semanas disfrutamos la presencia de Sven Wollter en la Casa Cultural Blå Stället de Angered, en los suburbios de Gotemburgo.
Fué una charla muy interesante, a la vez que nostálgica y emocionante, que contó con el aderezo de la solvencia, inteligencia, sentido crítico y humorístico de este gran actor. Fué, además, una charla muy rica e ilustrativa en cuanto a las posibilidades y dificultades con las que hubo y hay que confrontarse.
Sven Wollter recordó la primera vez que llegó a Angered y como -junto con otros actores del Stadsteater- resolvieron formar un grupo de teatro independiente, rompiendo con los cánones del teatro tradicional al confrontarse con otro público, y exponiendo la “cultura al alcance de otros sectores, cultura para todos”.
Después de haber recorrido el país con aquel grupo, relatando la historia del movimiento obrero, además de otras zonas de Angered, llegaron hasta donde en ese momento no estaban ni los cimientos de lo que después sería el Blå Stället. Esta casa cultural, cuyo nombre en principio hacia alusión a su color, se convertiría en algo emblemático, dado que “blåstället” es el nombre sueco con que se denomina al mameluco.
No puedo dejar de mencionar la solidaridad que ofrecieron a las organizaciones latinoamericanas en su trabajo, sobre todo Sven Wollter, en más de una oportunidad.
La Casa albergó un teatro importante en contenido, con piezas como “No pagamos, no pagamos” de Dario Fo, “Galileo Galilei“ de Bertold Brecht y “Utvandrarna“ de Vilhelm Moberg, entre tantas otras. Artistas que pusieron el alma, el esfuerzo e idealismo para que desde el principio esta casa se convirtiera en una necesidad ineludible, en el centro de una zona de rápido desarrollo, integrando a los habitantes de Angered -tanto suecos como inmigrantes- y que estaba llamada a cumplir un importante papel en la integración de las diferentes culturas y nacionalidades.
La casa cultural ha contado con Biblioteca; Museo; exhibición de muy buenas películas en trabajo conjunto con el Haga Bio; el Coro Motvals; un importante Atelier que permitía, con un horario amplio y generoso, el encuentro de mujeres de diferentes nacionalidades, para el desarrollo de distintas actividades creativas, cumpliendo por lo tanto, una importantísima función social, y que era el corazón del Blå Stället; 120 organizaciones se daban cita allí, desde el PRO (jubilados) hasta los finlandeses con sus bailes cada fin de semana; taller de fotografía; la escuela cultural, con personal calificado; la escuela secundaria (Gimnasio); las emisiones de radio de cercanía; cafetería que reunía, sobre todo los sábados, un público variado con la presencia de un artista invitado. Cuántas fiestas importantes se han celebrado: el Midsommar (celebración del verano); el Día Internacional de la Mujer, importante celebración, amplia y con contenido; fiestas nacionales de los diferentes grupos de inmigrantes; festejo de navidad y año nuevo.
Diría que era una casa activa, viva, que nos reflejaba, representaba, acogía y permitía una real integración a partir de las necesidades de la zona, sin distinción de nacionalidad o grupo étnico. Y donde, por supuesto, eran muy bienvenidos aquellos que llegaban desde otras zonas para participar en sus variadas actividades.
Pero comenzó toda una política consciente de recortes económicos, que en la década del 90 redujo a la mitad el presupuesto y que casi obligó al cierre de la Casa. Las protestas llevadas adelante contra esta medida, con Sven Wollter a la cabeza, impidieron que desapareciera.
Esta política se fue acentuando con los años por parte de la comuna, de las autoridades zonales y de la dirección del Blå Stället, contraponiendo y enfrentando una actividad con otra, cuando todas son igualmente importantes y necesarias, que llevaron al vaciamineto de la casa cultural. De todo aquel esplendor queda solo un corredor vacío, con puertas cerradas que, en su mayoría, no se sabe a donde conducen. Los baños cerrados son como el claro exponente de que allí hay que pagar no sólo por las actividades, si no también por las necesidades básicas. La dirección de la Casa ha venido priorizando la recaudación a lo cultural y en función de ello fué desapareciendo una parte importante de las actividades del Blå Stället.
Como producto de estas políticas, la cultura se convierte en un producto más en el mercado, se impone lo que podemos digerir y pasa a formar parte de la competitividad. La cultura, por lo tanto, ya no es un derecho de todos y para todos, si no un producto para quienes pueden comprarlo.
Hay una necesidad real y urgente de revitalizar esta casa cultural, dando espacio a sus habitantes para actividades que involucren tanto a jóvenes como a niños y adultos, desarrollando los valores culturales de la zona; valores culturales que por la composición social de Angered, son sumamnte ricos y variados.
Los mismos que vaciaron a esta Casa Cultural de contenido y actividades, pretenden hoy -con dinero de la UE, el comercio de la zona y otros- explotar esa necesidad real de la que hablábamos, montando en torno a la misma una farsa. Hablan e impulsan una reconstrucción edilicia del Blå Stället. Y el contenido?? Con qué la van a nutrir?? Qué papel le adjudican a las fuerzas vivas y los habitantes de la barriada y cuáles son nuestras posibilidades económicas de acceso a ella???
Hablan de romper muros y expandirse; me pregunto hacia dónde y para quién. El primer muro a derribar es el muro más grave que estrangula a los habitantes de Angered, levantado con ladrillos de desocupación, sobre todo de los jóvenes, de miseria social y de dependencia de la ayuda social de una parte importante de su población. Lo que llaman “utanförskap” no es más que la discriminación y segregación, cada vez más notoria en la medida que aumenta la degradación de la sociedad y la pérdida de capacidad económica para una mayoría de los habitantes de Angered, por mucho que sus estadisticas digan otra cosa.
Presentan con un desfile de modelos las actividades que apenas sobreviven, como la Escuela de Cultura (Kulturskolan); la biblioteca, que apenas tiene recursos para adquirir nuevos libros; y el atelier con su horario reducido. Estos encuentros con las fuerzas vivas de la zona, están muy bien “dirigidos y organizados“, con los minutos contados para poder expresar las necesidades reales de Angered, y en los que no quieren ni oir la palabra política y que, a estas alturas, quisieran verla proscripta.
En la proyección que exhibieron, se podían apreciar los planes para una casa más amplia, de más pisos, grandes ventanales y un techo azul que podría verse prácticamente desde toda la ciudad. Se espera que los participantes, cierren sus ojos y sueñen, imaginen un futuro luminoso para la Casa. Un participante, en su fantasía, quería ver una casa que derribara muros y se abriera y estallara para dar cabida a todos. Muy loable y fantástico!!! Creo que es el sentir de la inmensa mayoría: esa visión amplia, generosa, democrática, de hacer que la cultura sea accesible para todos.
Toda la fantasía y el futuro luminoso se borran de un plumazo y ponen la farsa más que al descubierto cuando comienzan a hablar de “consumidores”, ya que esta terminología es explícita en cuanto a quiénes serán los destinatarios de la “Cultura” que ellos resuelvan “vender“.
Toda esta ”preocupación” de levantar la cultura en la zona, está dentro de los planes de crear un Angered para determinados sectores sociales. Por lo tanto cuentan, seguramente, con los ”consumidores” habituales (que vienen de otras zonas a las actividades del Blå Stället) y con los que se han mudado o se mudan a las nuevas viviendas construidas (que implica tener un determinado nivel económico).
Se han hecho nuevos recortes: 40 millones menos para Gotemburgo. Esto, por supuesto, afecta gravemente a todo Angered al implicar menos recursos. Como será la situación que Lars Muregård, jefe de la dirección de la zona, renunció en el buen entendimiento de que toda la situación de Angered no tolera más recortes.
Todo esto no es más que una gran farsa. Se utiliza una necesidad real para pedir nuevamente dinero a la UE, apoyo de las empresas y otros, con lo que, probablemente, se levantará un pomposo edificio y se asegurarán determinados sueldos y ”proyectos”, pero que será seguramente tan inacccesible para nosotros como hasta ahora.
La defensa de esta Casa Cultural así como de otras necesidades de carácter social, pasan por la defensa de un trabajo digno con salario justo. Vale decir, una sociedad más justa y humana que garantice los derechos de los ciudadanos. Esto sólo se podrá lograr, cuando se entienda y se hable claramente de la imperiosa e impostergable necesidad de un cambio en la orientación política e ideológica de esta sociedad.
Gloria
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