Las autoridades rusas se abstuvieron de comentar en serio las filtraciones de Wikileaks, bromeando al respecto. No tenían otro remedio: semejantes materiales no son para comentar ni refutar, sólo se puede tomarlos en consideración. Los telegramas divulgados no contienen ninguna información de carácter revolucionario. Pueden añadir unos detalles picantes, pero nada más.
¿Afectarán las relaciones entre Rusia y EEUU? Probablemente, sí. Pero no porque los mandatarios rusos se ofendan y empiecen a sabotear el reinicio, sino que porque sus homólogos norteamericanos pueden resultar tan perjudicados que perderán toda capacidad de realizar una política coherente.El Gabinete de Barack Obama lleva medio año luchando a brazo partido contra los senadores republicanos por la ratificación del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START). La Casa Blanca metió la pata al mostrar a sus oponentes cómo lo necesita. Inmediatamente, los republicanos elevaron sus reivindicaciones, y después del fracaso de los demócratas en las pasadas elecciones intermediarias sus acciones recuerdan más un chantaje.
Sin embargo, Washington, por su propia iniciativa, promete a Moscú que logrará la aprobación del documento hasta el fin del año, aunque ya es evidente que el Congreso actual no lo hará en lo que le queda de su mandato. En el mejor de los casos, se llegará a la ratificación en 2011, pero entonces, una vez consumada la nueva composición del Congreso, el precio puede resultar demasiado alto para la Casa Blanca.
Y está claro por qué, el START es tan importante para Obama, que un fracaso en este campo significará un fiasco a las relaciones que lleva construyendo desde hace año y medio. Y el avance en las relaciones con Rusia es el único logro considerable del partido democrático en política exterior.
El reinicio de las relaciones es como una transacción de paquete, cuyos componentes (el desarme nuclear, el sistema de defensa antimisil, Irán y, en parte, Afganistán) aunque no estén estrechamente interrelacionados, dependen unos de otros.
El START es el eje del diálogo entre los dos estados, sin el cual difícilmente se mantendrán las relaciones en las demás direcciones. Según los documentos publicados por Wikileaks, Rusia alteró su actitud hacia Irán no gracias a su revaloración de la amenaza nuclear de Irán, sino debido a sus aspiraciones de establecer relaciones más estrechas con EEUU.
En el caso de que Washington dé un paso atrás Rusia puede reconsiderar el riesgo al que se expone si estropea las relaciones con un vecino regional bastante influyente e impredecible.
La situación con Afganistán es diferente: Rusia y EEUU tienen intereses comunes al respecto. Pero cambios del ambiente en general pueden afectar el progreso en esta dirección también.
Es como un círculo vicioso: de no restablecer las relaciones con Rusia la Casa Blanca queda sin triunfos en su política exterior. Tendrá que moverse hacia la derecha, renunciando a los principios por los que se pronunció en el primer año de presidencia de Obama.
Lo que pasa es que entre la élite política estadounidense son pocos los partidarios de las demás ideas y de su programa, como la renuncia al armamento nuclear, y el fin de la hegemonía norteamericana en el mundo, reconocer la multipolaridad de la política internacional, y adoptar una postura más equilibrada en el Oriente Próximo.
Si la Casa Blanca resulta impotente e incapaz de ratificar el START, Moscú puede poner en tela de juicio la oportunidad de negociaciones ulteriores.
Aunque el presidente de EEUU tiene vastos poderes para realizar una política exterior y no siempre necesita la aprobación del Congreso, de este depende una serie de cuestiones pendientes con Rusia: el START, el acuerdo de cooperación en la esfera nuclear, y la enmienda Jackson-Vanik. Además, el gabinete de Obama necesitará el apoyo de los republicanos en muchas cuestiones de política interior, cada una de las cuales le costará mucho.
Si el Kremlin se da cuenta de que Obama no podrá con ninguno de los mencionados problemas pendientes, los próximos dos años quedarán perdidos para las relaciones ruso-estadounidenses, pese a las simpatías de las autoridades rusas con el actual presidente de EEUU.
Wikileaks está asestando golpes duros a Obama. Aunque el sistema de intercambio de archivos confidenciales entre el Pentágono y el Departamento de Estado que permitió estas filtraciones inadmisibles fue introducido en la época del anterior presidente, los demócratas se verán responsables.
Acusados por los conservadores de realizar una política exterior ingenua desde una posición débil, los demócratas, para colmo, permiten un caos que hace posible las numerosas divulgaciones de documentos confidenciales. La investigación declarada por Hillary Clinton ya no ayudará a quitarse la reputación de jefes irresponsables.
Esta semana la secretaria de Estado estadounidense se reunirá en Astaná (Kazajstán) con muchos protagonistas de notas divulgadas en la cumbre de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Seguramente, el ambiente allí no será nada agradable.
¿Cómo podrá evitar ponerse cara de pocos amigos el presidente de Azerbaiyán, Ilham Alíev, cuyos comentarios sobre los jefes rusos hechos al asistente de Clinton, Willam Burns, han salido a la luz? Lo único que les queda a los participantes de la cumbre, es hablar con la ilustre visitante norteamericana de temas alejados y abstractos, como el tiempo. Es mucho menos arriesgado.
Fiodor Lukiánov.
Director de la revista “Rusia en la política global”, una prestigiosa publicación rusa que difunde opiniones de expertos sobre la política exterior de Rusia y el desarrollo global. Es autor de comentarios sobre temas internacionales de actualidad y colabora con varios medios noticiosos de Estados Unidos, Europa y China. Es miembro del Consejo de Política Exterior y Defensa y del Consejo Presidencial de Derechos Humanos y Sociedad Civil de Rusia. Lukiánov se graduó en la Universidad Estatal de Moscú.
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Tomado:RiaNovosti.ru
17 dic 2010
En boca cerrada no entra mosca
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