George Grosz |
Ya sabemos lo que vale la palabra del presidente del Gobierno. ¿En qué quedó aquello de la salida social a la crisis? ¿En que quedó el requisito de la concertación social para cualquier reforma laboral? Dijo que no cambiaría. Pero La Moncloa y el poder financiero le han cambiado. Al final, se ha convertido en el cirujano de guardia de los mercados con su ataque a los derechos de los trabajadores y al Estado del bienestar. El que se reclamaba de lo social ha pasado a ser el campeón de las políticas más antisociales. Su reforma es un ataque a los trabajadores y una traición a sí mismo. Con la huelga general del 29-S, Zapatero ha entrado a formar parte del mismo club neoliberal que sus predecesores, González y Aznar.
Con su bandazo y la renuncia a las políticas sociales para salir de la crisis, el Gobierno pierde confianza a raudales y después de romper con la izquierda política rompe con los trabajadores y los sindicatos.
El Gobierno ha sacado adelante la reforma laboral únicamente con el apoyo del Grupo Socialista y la abstención pactada con el centro-derecha nacionalista. El Partido Popular endureció la reforma con sus enmiendas y no la votó en aras de una mayor dureza y del desgaste político del Gobierno.
Contrariamente a lo que ocurrió en la primera legislatura 2004-2008, el Gobierno ha cortado los puentes con la izquierda sindical y política, y se ha entregado con armas y bagajes en manos de la derecha. No olvidemos que el Gobierno elaboró ese paquete de medidas pensando en pactar con la derecha parlamentaria, aunque esta ha demostrado que es insaciable. Tampoco es casual que la CEOE haya puesto en sordina su habitual griterío. Su silencio es la mejor prueba de que el Gobierno le hace el trabajo sucio y ha cedido a sus cantos de sirena.
En el Parlamento, el polo de izquierdas se ha opuesto radicalmente a esa política junto a Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya Verds, Esquerra Republicana, Nafarroa-Bai y Bloque Nacionalista Galego han sido firmes y coherentes en su apoyo a los sindicatos, en la resistencia a los recortes sociales y en la presentación de alternativas económicas, energéticas, industriales, financieras y fiscales. Por su valor simbólico, cabe igualmente destacar el voto del diputado Antonio Gutiérrez, contrario a la reforma, en un claro desmarque del Grupo Socialista al que pertenece como muestra también del malestar creciente de sectores del PSOE con la deriva de su Gobierno.
Los diputados del polo de izquierdas haremos huelga el 29-S, estaremos con los trabajadores en esta gran jornada de movilización.
El Gobierno ha hecho caso omiso a las mociones aprobadas por el Congreso de los Diputados contra la congelación de pensiones, con la única oposición del Grupo Socialista. Tan solo a propuesta de IU se aprobó una prórroga de seis meses de la ayuda de 426 euros mensuales a los parados que agoten el subsidio, aunque posteriormente el Gobierno recortó el alcance de esta medida.
El decretazo contra el déficit, que provocó la huelga de la Función Pública el 8-J, bajó el sueldo a los médicos, enfermeras y auxiliares que cuidan nuestra salud; a los maestros que educan a nuestros hijos; a los trabajadores sociales; a los policías que velan por la seguridad ciudadana, a los empleados que garantizan los servicios públicos, a todos cuantos sostienen el funcionamiento del Estado del bienestar. Pero lo peor es que el PSOE abona el prejuicio frente a lo público como sinónimo de privilegio y despilfarro. El recorte a los funcionario ha sido también el pistoletazo de salida para la congelación de los salario del conjunto de los trabajadores.
La dureza de la reforma laboral, unida al Plan de Ajuste económico, a la privatización de las Cajas de Ahorro, al recorte del salario de los empleados públicos y al ataque a las pensiones, significa quebrar el Diálogo Social asunción por el Gobierno del programa conservador de salida a la crisis y configura la mayor agresión a los derechos de los trabajadores desde el retorno de la democracia, hace ahora 32 años.
La reforma facilita y abarata el despido, incrementa la precariedad y la temporalidad, debilita la negociación colectiva, refuerza el poder arbitrario del empresario, cercena los derechos de los trabajadores y legaliza las agencias privadas de colocación, introduciendo el ánimo de lucro en la intermediación laboral.
Estamos ante una reforma, contraproducente e injusta, que machaca a los de siempre y nada exige a los banqueros, a la gran patronal y a las rentas más altas. Una contrarreforma que anula cualquier expectativa de cambio del modelo de desarrollo precario, especulativo e insostenible que ha provocado la crisis.
La Huelga General será una enmienda de totalidad frente a la política del Gobierno
Los trabajadores van a la huelga de cuerpo entero, y con la cabeza fría. Frente a la presión de los mercados, tienen todo derecho a presionar al Gobierno. Para tumbar la contrarreforma laboral, para que el Gobierno rectifique y vuelva a la mesa de negociación. Para que a los trabajadores en paro que agoten la prestación no les falte protección por desempleo, evitando que se deslicen hacia pobreza y la exclusión social. Para que el Estado no se someta a los mercados. Para que Europa no legitime la limpieza étnica con la expulsión de colectivos como los gitanos.
Frente al intento de desmontar el modelo social y el Estado de bienestar, los sindicatos son más necesarios que nunca. Por eso la derecha mediática y política ataca la huelga y sus convocantes. Por eso el PP arremete contra los delegados sindicales para quebrar su resistencia, recurriendo incluso a campañas difamatorias. La derecha quiere la derrota del Gobierno y además la derrota de la izquierda, doblegando a los sindicatos y con ellos acabando con la esperanza de otra política frente a la crisis. Es la hora de expresar nuestro apoyo al sindicalismo, para que las 5 medidas sean reversibles.
El día después
Nos preguntan por el día después de la huelga. Siempre es fácil predecir lo que va a pasar una vez que ha ocurrido. Podemos vaticinar que el conflicto será largo y tenso. El Gobierno prepara una nueva vuelta de tuerca con la reforma de las pensiones y los Presupuestos Generales del Estado para 2011.
La reforma
La reforma de las pensiones, con la congelación de las actuales y el recorte de las futuras, con la propuesta de prorrogar la edad de jubilación hasta los 67 años y ampliar los períodos de cotización, perjudicará sobre todo a los jóvenes, a las mujeres, a los precarios y a los mayores en paro.
Pero el 29-S comienza el pulso de verdad. La Huelga será un éxito y tendrá rentabilidad social, tarde o temprano, y los trabajadores recogerán su cosecha, como la recogieron en todas las huelgas generales anteriores frenando parte de las medidas y haciendo girar el gasto social . Así ocurrió tras el 14-D, y así sucederá después del 29-S. El Gobierno que cedió ante el poder financiero, también ha cedido ya en parte ante la protesta de los Ayuntamientos, o de las CC.AA con la revisión del plan de Infraestructuras o la flexibilización del crédito.
La resistencia frente a la injusticia y la lucha por el cambio alternativo siempre tienen premio. La apatía y la resignación aceptan la derrota, el silencio de los corderos.
Nuevos horizontes, nuevas políticas
No renunciamos a la exigencia de nuevas políticas. Para distribuir de forma equitativa el esfuerzo solidario que toda la sociedad debería realizar para fomentar el empleo y reforzar los servicios públicos.
Las reformas impuestas por decreto desvían la atención sobre las tareas pendientes: la falta de una política industrial, la mejora de la formación de los trabajadores, la innovación en los procesos productivos, la precariedad del mercado laboral y de las políticas sociales.
El agotamiento del modelo de crecimiento de nuestra economía y la propia crisis económica mundial evidencian la necesidad de nuevas políticas no sólo para mitigar los efectos de la recesión económica, sino para promover la transición hacia un modelo productivo más diversificado, eficiente y sostenible.
Para salir de la crisis, es prioritaria la reconstrucción fiscal que garantice la suficiencia en los ingresos, como es urgente favorecer el acceso al crédito de los ciudadanos, los Ayuntamientos y las pequeñas y medianas empresas, y emprender una reforma energética con mayores cuotas de energías limpias y renovables.
No estamos condenados a escoger entre Guatemala y Guatepeor. Entre la melodía del Gobierno y la más estridente del PP, entre la anorexia a la que nos somete el Gobierno y la hambruna del PP. Existe una salida social a la crisis, que ni siquiera se ha explorado, una salida que reconstruya nuestra fiscalidad, que mantenga la iniciativa pública, que tenga por prioridad el empleo y no el déficit, una iniciativa que cuente con el acuerdo laboral y no con la imposición unilateral.
Pero para ello también la izquierda alternativa debe moverse. Moverse con la Huelga General y moverse también para dar un sentido político a la contestación social en España pero también en el conjunto de Europa. Ante la Enmienda de totalidad que impone la Huelga General es necesario elaborar con toda la izquierda un texto alternativo. Un texto alternativo cuyo corazón social necesitaba también de la aportación de todos los colores de la izquierda (el ecopacifismo, el feminismo, el federalismo).La Huelga General debe ser también un paso en las reconstrucción de la izquierda europea.
Gaspar Llamazares es diputado de Izquierda Unida en las Cortes.
Tomado: Sin Permiso
Imagén: Sin Permiso
www.sinpermiso.info,
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