Capilla Sixtina - Miguel Angel |
Lazzarini publicó ayer un artículo en el “Corriere della Sera” en el que afirma sin ambages que Miguel Ángel Buonarroti, siguiendo la costumbre de muchos de sus contemporáneos -sobre todo artistas-, además de sus propias inclinaciones amorosas, acudía a los llamados “stufa” para inspirarse. Estos baños públicos, que abundaban en Italia y, sobre todo, en Roma en el siglo XVI, servían como burdeles donde se ejercía sin demasiados tapujos la prostitución masculina y femenina, aunque también eran espacios donde se llevaban a cabo pioneros tratamientos de belleza y de hidroterapia.
Había muchas estancias para tomar baños y recibir masajes, pero también otras, más hacia el fondo, donde la promiscuidad y la prostitución eran la moneda de cambio. En los «stufa» los artistas estudiaban los cuerpos reales -los modelos- y después trasladaban sus rasgos más destacados a sus obras. De hecho, Lazzarini cree que Miguel Ángel obtuvo gran parte de sus conocimientos sobre la anatomía del cuerpo masculino gracias a sus visitas a estos burdeles. La misma fuente de inspiración que, según la experta de la Universidad de Pisa, puede hallarse en algunos de los trabajos de Bronzino.
Esta particular forma de copiar del natural es la que explica, a juicio de Lazzarini, el hecho de que muchos de los beatos y condenados que forman parte de los frescos de la Capilla Sixtina fueran retratados en situaciones obscenas.
“Un condenado, por ejemplo, es conducido al Infierno cogido por los testículos, y los beatos se dan besos y abrazos de naturaleza claramente homosexual”, explica. Lazzarini añade que “los cuerpos masculinos, muy viriles, que componen la pintura del Juicio Final se corresponden con la fisiología de peones y cargadores retratados durante el trabajo, con los músculos tensados y con el cansancio y el esfuerzo reflejados en sus rostros”.
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