“Ha llegado el momento de actuar”. En estos términos anunció el sueco Lars Olofsson, director general de Carrefour, antiguo número dos de Nestlé, la liquidación de miles de empleos en Bélgica. Dicho y hecho.
La multinacional francesa ha decidido el cierre de 14 hipermercados y 7 supermercados, además otros siete supermercados situados en Flandes serán concedidos en franquicia, mientras que en Valonia, 3 híper y 17 supermercados deberán ser vendidos al mejor postor. Se ejercerán nuevas presiones sobre los proveedores y subcontratas. Carrefour además ha anunciado que la sede central iba a ser convertida en filial. En claro, el personal deberá cambiar de comisión paritaria con el bloqueo salarial al final.
Primer grupo europeo del sector, segundo a nivel mundial y noveno empleador privado del planeta, gestionado por financieros norteamericanos y franceses, para Carrefour no es éste su primer tsunami social, ni en Francia ni en los cinco continentes. Carrefour Bélgica ya había procedido a una reestructuración en 2007, suprimiendo 900 empleos y cerrando 16 almacenes GB… en ese mismo momento, el distribuidor anunciaba que se iban a implantar en varios países de los Balcanes.
Son las etapas del gran plan iniciado desde la toma de posesión el 1º de enero de 2009 de Lars Olofsson. Se trataría, se dijo en aquel momento, de realizar de aquí a 2012 del orden de 4,5 miles de millones de euros de economías de los cuales 3,1 serían de “gastos de funcionamiento”.
La dirección ha hecho recaer escandalosamente la responsabilidad de este enorme desastre social sobre el personal, demasiado ¡“costoso” !, y sobre los sindicatos demasiado ¡”intransigentes” ! Todo esto, mientras la multinacional es conocida como empresa poco cuidadosa de las condiciones de trabajo, los salarios y el estatuto de sus empleados, llegando incluso a ejercer una vigilancia próxima al espionaje sobre ellos.
El Partido Comunistas comparte la fuerte conmoción sufrida por los trabajadores de Carrefour y les expresa su total solidaridas en su combate. Es inaceptable que los trabajadores sean las víctimas de una situación económica de la que en absoluto son responsables. Es totalmente inadmisible que la crisis sea un pretexto para una reestructuración, que esconde, según numerosos observadores, “errores de gestión” vinculados a las gigantescas fusiones-adquisiciones llevadas a cabo desde hace décadas, a operaciones financieras arriesgadas y a la avidez de beneficios de los accionistas.
B.P
Traducción J.A. Pina
Tomado de L`Humanité
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