Imagen: Kalvallido
En el amplio mosaico de las víctimas que tuvo la Segunda Guerra Mundial, y en especial el régimen nazi alemán, Mahjub bin Adam Mohamed fue simplemente una pieza más, uno entre los millones asesinados, perdido en la oscuridad, sin funeral ni tumba.
Bin Adam pasó a la historia en Alemania, convirtiéndose en el primer negro a quien se recuerda con una placa de bronce en su país de adopción –frente a la casa donde vivió en Berlín– y quien fuera víctima del genocidio cometido por el Tercer Reich. Nacido en Tanzania, sirvió al gobierno alemán en sus colonias africanas y en su ejército. Emigró a Berlín en 1929, se casó con una mujer alemana y tuvo tres hijos. En 1941 fue arrestado, acusado del crimen de “matrimonio interracial” y murió en el campo de concentración de Sachsenhausen en noviembre de 1944. Así como Bin Adam Mohamed, centenares de negros se convirtieron en uno de los objetivos de Hitler, quien ordenó en 1937 la esterilización de niños y adultos, y más tarde la exterminación de ellos.
Asociar el nazismo exclusivamente con la destrucción de los judíos es cometer dramáticas omisiones que nos perjudican a todos, tanto a judíos como a no judíos. Las atrocidades ocurridas durante la Segunda Guerra Mundial –que dejaron 60.000.000 de muertos– y la Shoá no pueden abordarse ni analizarse de manera separada. La Shoá fue parte de la Segunda Guerra Mundial y los judíos no fueron el único objetivo de persecución del régimen nazi.
Entre las primeras víctimas de discriminación y persecución de la Alemania de Hitler estaban los opositores políticos (comunistas, socialistas, social-demócratas y sindicalistas, mayoritariamente). A ellos se sumaron los gitanos. Yo mismo recuerdo, estando en el gueto de Lodz, cuando llegaron a principios de 1942. Recuerdo como si fuera hoy y ya han pasado más de sesenta y cinco años, cómo los llevaban, vigilados, hacia una parte del gueto, separados del resto. Escucho aún sus gritos y sus llantos. Fueron encerrados allí para luego ser exterminados. Los nazis también veían a los polacos y a los pueblos eslavos o llamados asiáticos de la Unión Soviética como razas inferiores y aniquilaron a una parte importante de las elites política, intelectual y cultural de Polonia y de la Unión Soviética, incluyendo a numerosos miembros de la Iglesia Católica.
Otro grupo de víctimas lo constituyeron las personas con discapacidad y aquellas internadas en instituciones hospitalarias. Eran consideradas inútiles, una amenaza a la “raza aria”, y ocupaban camas que podían ser utilizadas para los soldados heridos. Apareció entonces la llamada “eutanasia” (5000 niños discapacitados asesinados en instituciones en Alemania y Austria; 70.000 adultos internados en instituciones fueron asimismo asesinados; otras 110.000 personas adultas con discapacidades fueron masacradas en cámaras de gas o dejadas deliberadamente morir de hambre o envenenadas).
El régimen nazi también persiguió a los Testigos de Jehová. Muchos de ellos fueron encarcelados en campos de concentración. Otro objetivo lo constituyeron los homosexuales, considerados un obstáculo a la preservación de la nación alemana y un elemento de corrupción e inmoralidad para la sociedad. Miles murieron en los campos de exterminio.
El pueblo judío conmemora su tragedia y recuerda; muchas de las víctimas de otros genocidios ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial no lo hacen. Simplemente ignoran u olvidan. No dejo de asombrarme frente a la negación de los mismos países que fueron víctimas y a su falta de memoria. ¿Niegan o ignoran? No puedo dejar de interrogarme sobre si Hugo Chávez, presidente de Venezuela, tiene conocimiento del destino que corrían los negros durante la Alemania nazi. ¿Niega o ignora, cuando apoya a los negadores de la Shoá?
El que niega el Holocausto también está negando la muerte en manos de los nazis de tres millones de polacos. El que niega el Holocausto también niega la muerte de más de veinte mil gitanos asesinados en Auschwitz-Birkenau, de negros, de homosexuales, de disidentes políticos, de miembros de la Iglesia Católica, de millones de seres humanos. Si se niega, se ignora la totalidad de la tragedia y creo que allí reside la peor de las desgracias.
Jack Fuchs
Escritor y pedagogo. Sobreviviente de Auschwitz.
Tomado de Página 12
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