16 ene 2011

Cómo contribuye Europa a la ocupación de Palestina





El general Gabi Ashkenazi (al centro), durante una reunión en la sede de la OTAN.

En su nuevo libro Europe’s Alliance with Israel: Aiding the Occupation (La alianza de Europa con Israel: su contribución à la ocupación), el periodista David Cronin describe los pormenores de la relación del Estado de Israel con instituciones como la Unión Europea y la OTAN. Cronin nos revela así la mala fe de la Europa que dice ser una fuerza neutral favorable a los derechos más elementales del pueblo palestino. Veamos sus respuestas a las preguntas de Sarah Irving.

Sarah Irving: Hasta ahora usted se había interesado en las instituciones y asuntos de Europa. ¿Por qué decidió escribir un libro sobre las relaciones de Europa con Israel y Palestina?

David Cronin: [1] Por dos razones. En primer lugar, como miembro de una «misión por la paz» europea estuve en Israel y en los territorios palestinos ocupados en 2001, poco después de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Recuerdo en particular que asistí a una conferencia de prensa que (el ex primer ministro israelí) Ariel Sharon dio en el hotel Rey David en Jerusalén y el profundo disgusto que sentí ante su arrogancia y sus vitriólicas palabras.

Sharon empezó por dar la bienvenida a los presentes en lo que llamó –no recuerdo sus palabras exactas– algo así como «la eterna capital del pueblo judío desde hace 3 000 años», sin reconocer en lo más mínimo que se trataba también de la capital de las otras dos grandes religiones monoteístas del mundo. Dijo que se alegraba cada vez que un palestino moría haciéndose explotar con una bomba en un atentado suicida ya que así los palestinos se destruían a sí mismos. Aquello me escandalizó. Otra cosa me sorprendió enormemente. Sharon acusó a Europa de financiar «el terrorismo palestino».

Yo nunca había oído decir aquello. Era completamente nuevo para mí. Supongo que yo era entonces un poco crédulo al pensar que no hay humo sin fuego y al sacar de todo aquello la impresión de que la Unión Europea (UE) apoyaba a los palestinos. Chris Patten era por entonces el responsable de la Comisión de Relaciones Exteriores de Europa y presentaba muy hábilmente a Europa como «un honesto intermediario» insistiendo constantemente en que la UE hacía todo lo que podía por el progreso del «proceso de paz». Subrayaba que la UE era el mayor donante de la Autoridad Palestina y que ayudaba a desarrollar un Estado palestino embrionario. Yo acepté como ciertas muchas de esas afirmaciones.

El viraje se produjo para mí de forma completamente banal. Estaba asistiendo a una conferencia organizada por uno de los Comités de la ONU sobre Palestina en el Parlamento Europeo de Bruselas en 2007, y había una sesión sobre las relaciones de la UE con Israel. Por primera vez tuve entonces conciencia de la otra versión de los hechos y recibí información sólida sobre la profundidad de la complicidad entre la Unión Europea e Israel. Me impresionó el hecho de que hay muchos escritos sobre la relación de Estados Unidos con Israel pero no existe nada, exceptuando algunas publicaciones académicas, sobre la relación entre Europa e Israel. Así que pensé que si nadie escribía un libro sobre ese tema, tenía que hacerlo yo mismo.

Sarah Irving: ¿Cuál es, en su opinión, la poderosa «palanca» que puede explicar la actitud de Europa? En su libro usted identifica diferentes elementos: la culpabilidad por el Holocausto, intereses económicos, la influencia de Estados Unidos. ¿Cuáles son las principales influencias en ese rejuego de fuerzas capitalistas y políticas?

David Cronin: Es la combinación de varios factores. Henry Kissinger dijo una vez que la UE nunca sería un actor significativo en el Medio Oriente. Es indudable que Estados Unidos sigue siendo el principal actor de la política mundial, a pesar del ascenso de China, para la UE está lejos de no tener ningún poder. La Unión Europea es el principal socio comercial de Israel y es ella quien aporta la mayor ayuda a la Autoridad Palestina, lo cual le confiere un importante poder económico.

La asociación entre la Unión Europea e Israel se basa en el acuerdo que se hizo efectivo en 2000. El artículo 2 de ese acuerdo condiciona su aplicación al respeto de los derechos humanos. Los funcionarios europeos afirman que la cláusula de los derechos humanos no es obligatoria, pero hay especialistas que dicen que la propia UE la califica de «elemento esencial».

Legalmente, esa disposición es claramente de obligatorio cumplimiento y la Unión Europea tiene la obligación de invocar esa cláusula y de castigar a Israel, de ser necesario, cuando sobrepasa los límites. En mi opinión, el problema es la cobardía de nuestros políticos que carecen de voluntad política para enfrentarse al poder hegemónico de los estadounidenses o de los israelíes en materia de relaciones internacionales.

Israel ha desarrollado estrechas relaciones con la UE y con la OTAN. La misma estrategia se aplica en ambos casos, y a veces son las mismas personas quienes dirigen el proceso. Cuando era ministra de Relaciones Exteriores (de Israel), Tzipi Livni entendió que depender únicamente de Estados Unidos podía ser peligroso para Israel.

En noviembre de 2008 lograron acuerdos para mejorar las relaciones de Israel simultáneamente con la UE y con la OTAN. Gabi Ashkenazi, el jefe del ejército israelí, visitó varias veces la sede de la OTAN e Israel participó en ejercicio militares con la OTAN.

En julio de 2010, varios soldados israelíes murieron en un accidente de helicóptero en Rumania [2]. Los medios no hablaron mucho del asunto pero eso demuestra hasta qué punto está implicado Israel en los asuntos de la UE y de la OTAN.

Sarah Irving: Usted habla mucho en su libro del provecho que saca Israel de esa relación. Pero ¿qué provecho saca la Unión Europea?

David Cronin: Es una buena pregunta porque no está demostrado que esta relación tan estrecha con Israel resulte verdaderamente provechosa para la Unión Europea. Existe una escuela de pensamiento –con la que yo simpatizo– que defiende la idea de que la UE haría mejor en olvidarse de Israel y concentrar sus esfuerzos en mejorar sus relaciones con los Estados árabes. Pero los factores decisivos residen en las oportunidades comerciales y económicas.

En 2000, según la Agenda de Lisboa [3], la Unión Europea se había fijado como objetivo oficial convertirse en la economía más avanzada del mundo en el sector de la informática. Pero mientras que los europeos hablaban del asunto, los israelíes se dedicaron a hacerlo y lo lograron. Intel está preparando en Israel la próxima generación de semiconductores para computadoras. Gran cantidad de aplicaciones «atractivas» sobre Internet han sido desarrolladas en ese país.

Los israelíes dedican a la investigación tecnológica el 5% de su PIB, alrededor del doble que los estadounidenses. La Agenda de Lisboa había fijado como objetivo un 3% que no se alcanzó. El aspecto más importante de las relaciones entre la UE e Israel es por lo tanto la cooperación científica.

Los israelíes forman parte del Programa de Investigación Científica de la Unión Europea desde los años 1990. La semana pasada pude ver algunas cifras según las cuales los israelíes participan en 800 proyectos de investigación científica por un valor de 4 300 millones de euros entre 2007 y 2013.
La burocracia de la UE piensa que hay que mantener buenas relaciones con los israelíes debido a su superioridad tecnológica.

El problema es que buena parte de los logros tecnológicos de los que tanto se enorgullece Israel están estrechamente vinculados con la ocupación. Como señalo en mi libro, Elbit (la firma que fabrica los aviones sin piloto utilizados contra la población de Gaza) e Israel Aerospace Industries figuran entre los beneficiarios de las subvenciones de la Unión Europea destinadas a la investigación científica. Así que el contribuyente europeo está ayudando al desarrollo de la industria bélica israelí.

Sarah Irving: En la más reciente cumbre de la OTAN se anunció un nuevo programa de misiles de defensa, por vez primera en colaboración con Rusia, que supuestamente se manejaría desde los navíos estadounidenses basados en el Mediterráneo. ¿Qué implicaciones tiene eso para las relaciones entre Israel y la OTAN?

David Cronin: Muchas. Si se habla del ataque contra la flotilla (que transportaba ayuda para Gaza), legalmente fue un ataque contra Turquía.
El Mavi Marmara era un barco turco y Turquía, que es miembro de la OTAN, pidió que la ONU se reuniera con urgencia después del ataque [4].
Imagínese por un instante que se hubiese tratado de Corea del Norte. Se abría desencadenado el fuego del infierno. Pero fue Israel. Así que, aunque la OTAN condenó claramente el ataque, no hubo ninguna repercusión a largo plazo. Creo que Turquía ni siquiera puso fin a su propia colaboración militar con Israel y que incluso utilizó armas israelíes contra los kurdos en el norte de Irak.

En cuanto al nuevo concepto estratégico de la OTAN y su sistema de defensa antimisiles, se discute mucho sobre una participación de Israel. Yo sé que numerosos responsables de la OTAN han viajado a Israel y que ha habido entrevistas en la ciudad del aeropuerto, cerca de Tel Aviv, sobre la manera como Israel pudiera colaborar con ese proyecto. Israel ha desarrollado mucha tecnología de interés para la OTAN, como el sistema de intercepción de misiles bautizado Iron Dome. Así que se ve a los israelíes como expertos, se les consulta y es muy probable que desempeñen un activo papel en el nuevo sistema de defensa que tantas ansias despierta de parte de la OTAN [5].

Sarah Irving: Ciertos dirigentes, como Nicolas Sarkozy en Francia, hablan mucho del programa nuclear iraní pero nunca hablan del programa nuclear de Israel. ¿Da usted crédito a la «opción Sansón», teoría según la cual las naciones europeas están perfectamente conscientes de la amenaza que representan las armas nucleares israelíes que pudieran destruir cualquier capital europea casi sin advertencia? [6]

David Cronin: A veces hay que subrayar lo que es evidente, pero lo más importante y que la mayoría de los comentaristas desgraciadamente no ven es el prodigioso nivel de hipocresía que rodea este tema. Nosotros sabemos que Israel tiene un poderío nuclear realmente considerable y que nunca lo ha reconocido. A diferencia de Irán, Israel nunca ha firmado el Tratado de No Proliferación Nuclear y no acepta ninguna inspección de sus instalaciones, pero le estamos deciendo a los iraníes que no pueden desarrollar capacidades nucleares a sabiendas de que Israel ya las tiene.

El doble rasero es flagrante. En lo tocante a la «opción Sansón», yo pienso que es algo que los dirigentes europeos probablemente tienen en mente. No he estudiado el tema en profundidad, pero no rechazo esa teoría.

Sarah Irving: Investigadores como Daud Hamudi, de Stop the Wall, han expresado sus serias preocupaciones sobre las zonas industriales financiadas bajo la forma de «ayuda» por los países europeos. Hace años que las colonias israelíes utilizan la fuerza de trabajo palestina insuficientemente pagada para sus productos de exportación. Las zonas francas situadas en el sur de África o en América Central han sido a menudo lugares donde las condiciones de trabajo de los obreros eran espantosas y que resultaron además ser focos de ganancia de corta duración ya que algún país competidor lograba siempre reducir todavía más sus propios costos. ¿Es posible que en el futuro veamos eso en Palestina?

David Cronin: Hay que preguntarse por qué la Unión Europea pone tanto empeño en apoyar a Mahmud Abbas y a Salam Fayyad. La legitimidad democrática de ambos es prácticamente nula. El mandato de Abbas como presidente electo ya expiró. La Unión Europea se presenta como una instancia que apoya los principios democráticos y –con toda razón– exige que los países candidatos a ser miembros de la UE respeten ciertos parámetros. Pero cuando se trata de los territorios palestinos ocupados se olvida de todo eso. La Unión Europea ha decidido ignorar los resultados de la elección democrática del año 2006 porque los palestinos, en opinión de la Unión Europea y de Estados Unidos, «votaron mal».

El caso de Salam Fayyad es particularmente inquietante. Es un tipo que no es nada popular en su propio país, pero Occidente lo adora. Tenemos que preguntarnos por qué. Y la única respuesta que yo puedo encontrar es que [Fayyad] está completamente impregnado de la visión neoliberal reinante en Washington y en Bruselas. Trabajó en el Banco Mundial y en el FMI y, como subrayo en mi libro, su escrito «Hacia un Estado palestino» se parece mucho a los programas de ajuste estructural que el FMI impuso a la mayor parte de África en los años 1980 y que viene preparando para imponer ahora en mi propio país, Irlanda [7].

Aquí se está hablando de reducir los salarios de los funcionarios y los gastos en general, exceptuando –lo que resulta significativo– los gastos en materia de seguridad, y de convertir al sector privado en el motor del crecimiento. Así que es exacto el análisis que usted hace. La idea es convertir Palestina en un taller de miseria en beneficio de Israel.

Sarah Irving: Usted escribió en Electronic Intifada un artículo sobre la participación de la Unión Europea en el entrenamiento de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Palestina, que supuestamente se inscriben en la perspectiva de la construcción de un Estado palestino. ¿A qué se parece, en su opinión, la visión europea de un Estado palestino? ¿Estamos hablando de un Estado muy pequeño dotado de un férreo sistema de seguridad y de un régimen económico neoliberal?

David Cronin: Yo no emplearía aquí la palabra «visión». No estoy seguro de que la UE tenga una visión. La «solución de los dos Estados» es para la Unión Europea una especie de mantra, pero no creo que se hayan preguntado seriamente lo que eso significa. Los acuerdos de Oslo, con todos sus defectos, tenían por lo menos el mérito de hablar de Gaza y de Cisjordania como una sola entidad. Pero hoy en día viajar de un territorio a otro es casi imposible para un palestino e Israel controla una parte tan grande de Cisjordania que no es posible una aplicación viable de la solución de los dos Estados. Yo pienso que los representantes de la Unión Europea se esconden actualmente detrás de la retórica. No presentan ningún pensamiento estratégico a largo plazo que indique hacia donde quieren avanzar, aparte de fortalecer sus relaciones con Israel a expensas de los palestinos.

No podemos olvidar que la Unión Europea presenta la misión de policía COPPS (la misión de entrenamiento de la UE en Cisjordania) como la preparación de una fuerza policial con vistas a un Estado palestino independiente, pero esos policías no tienen ninguna autoridad para arrestar a los colonos israelíes y no tienen derecho a entrar en el sector C (la parte de Cisjordania donde, según los acuerdos de Oslo, Israel conserva la prerrogativa de imponer la ley y mantiene el control de las construcciones y proyectos).

Más del 60% de Cisjordania no se encuentra bajo la jurisdicción de esa fuerza de policía. Hay también muchas pruebas de que la UE cierra los ojos ante los abusos que comete la policía palestina. Existen pruebas de torturas recogidas por las organizaciones palestinas de derechos humanos y es por lo tanto bastante repugnante que la Unión Europea presente su acción como una amable ayuda a los palestinos.




Colin Smith, comandante de EUPOL COOPS, y el general Hazem Atallah, comandante de la policía palestina, bajo el retrato del presidente de facto Mahmud Abbas



  Sarah Irving: Uno de los problemas que tienen los libros es que pueden verse desactualizados según acaban de salir de la imprenta. ¿Hay nuevos hechos importantes que usted quisiera mencionar en las relaciones entre la Unión Europea e Israel?

David Cronin: Lo más importante es que en el otoño de 2010, Kathy Ashton, la responsable de la política exterior de la Unión Europea, recomendó que se promoviera a Israel a la categoría de «socio estratégico». Todavía no está claro lo que eso significa, pero parece que Israel sería considerado al mismo nivel que China o Estados Unidos en la escala de prioridades oficiales de la UE.

Ashton ha sido un desastre en materia de relaciones con Israel. Para ser honesto hay que decir que hizo algunas declaraciones fuertes sobre Jerusalén y la expansión de las colonias israelíes, y también sobre la pena de encarcelamiento contra (el militante de base) Abdulah Abu Rahmeh, lo cual sorprendió a cierta gente.

En cuanto a lo demás, ha tratado a los israelíes con guantes de seda. Ha estado varias veces en Gaza pero se ha negado a reunirse con el Hamas. Ha tratado de presentar las misiones como exclusivamente humanitarias y ha minimizado el alcance político de estas. Uno puede pensar lo que quiera del Hamas, pero el hecho es que ese movimiento ganó una elección que los propios observadores de la UE reconocieron en 2006 como libre y honesta.

Es inconcebible que Kathy Ashton viaje a algún lugar del mundo y se niegue a reunirse con los líderes políticos locales. Cuando estuvo en Jerusalén este verano, dio una conferencia de prensa conjunta con (el ministro israelí de Relaciones Exteriores Avigdor) Lieberman y el único prisionero por quien se interesó, al menos en público, fue por Gilad Shalit. Ignoró totalmente el hecho que Israel encarcela cada año a 700 niños palestinos, a menudo únicamente por haber lanzado piedras, y que esos niños sufren abusos en prisión. Pero, en su buen comportamiento, Kathy Ashton no parece interesada en los abusos a los que son sometidos los niños palestinos. Le parece más interesante lo que puede suceder con un soldado –quien debe, por supuesto, se tratado de forma humanitaria y liberado– pero que estaba siendo partícipe de una brutal ocupación militar.

Sarah Irving: Usted termina su libro diciendo que la UE ofrece oportunidades a quienes militan por la causa palestina. ¿Cuáles son en su opinión las tácticas más eficaces? ¿Valdría la pena dirigirse a los miembros del Parlamento Europeo?

David Cronin: Voy a contestar primero la segunda pregunta. Yo me oponía al Tratado de Lisboa, pero una de sus cosas buenas es que dio más poder al Parlamento Europeo, que –a pesar de todas sus imperfecciones– es una instancia electa a través del voto directo. Aunque en el libro yo no entro mucho en detalles, de las tres principales instituciones de la UE –el Consejo de Ministros, la Comisión y el Parlamento– el Parlamento ha sido la menos maleable. A pesar de presiones muy fuertes, la mayoría de los miembros del Parlamento Europeo apoyó el informe Goldstone sobre el ataque de 2008-2009 a Gaza.

Más recientemente, el Parlamento Europeo bloqueó un acuerdo técnico que debía facilitar la adecuación de los bienes industriales israelíes a las reglas de la Unión Europea mediante la armonización de las normas. Se trata de un tema aburrido y nada excitante, pero el Parlamento Europeo –o en todo caso uno de sus comités– planteó interrogantes desacostumbradas y retrasó la aprobación del acuerdo.

El Parlamento Europeo carece, sin dudas, de la capacidad de congelar todas las relaciones con Israel, pero sí puede complicarle la vida. Son en definitiva los ciudadanos de la Unión Europea quienes tienen que presionar a los miembros del Parlamento Europeo para obligarlos a resistirse al lobby israelí. Israel se dedica a un intenso cabildeo y existe una red de «amigos de Israel» que trasciende los partidos. Así que es importante que el Movimiento de Solidaridad con Palestina contrarreste a ese grupo de presión rico y secreto que trata de ejercer su influencia sobre instituciones fundamentales.

Para responder a la otra pregunta, y para decirlo muy simplemente y quizás hasta groseramente, la gente común no puede esperar que sus políticos y sus funcionarios tomen medidas contra Israel. Es por ello que, en mi opinión, hay que apoyar la campaña de boicot, de retiro de inversiones y de sanciones. Pero no debemos olvidar que se trata de un recurso táctico, no de una estrategia completa, y que hay que utilizar medios tácticos complementarios. Israel dedica mucho tiempo, energía y dinero a hacer creer que es «la única democracia del Medio Oriente», y el Movimiento de Solidaridad con Palestina tiene que movilizar todos sus recursos para contrarrestar esa campaña sesgada.

Sarah Irving

Escritora. En 2001-2002, trabajó con el Movimiento de Solidaridad en Cisjordania ocupada y con Olive Co-op para promover el comercio justo de los productos palestinos e hizo allí varias visitas de solidaridad en 2004-2006. Actualmente se dedica a tiempo completo a escribir sobre varios temas, entre los que se encuentra Palestina. Su primer libro, Gaza: Beneath the Bombs, en coautoría con Sharyn Lock, fue publicado en enero de 2010. Trabaja en este momento en una nueva edición de la guía de la Palestine Bradt y en una biografía de Leila Khaled

Tomado: voltairenet.org

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