25 ene 2011

La fiebre caníbal del oro blanco



En las últimas semanas diversos medios de comunicación se hacen eco de los proyectos empresariales que diversas corporaciones privadas quieren desarrollar en el Ártico en relación a la explotación de los recursos naturales que en dicha zona del planeta existen. De esta forma, el acuerdo firmado entre las empresas BP y Rosnelf para la explotación de estos yacimientos en este espacio natural de incalculable valor en el equilibrio de la naturaleza, no viene más que a reafirmar esa nueva fiebre del oro, que con síntomas de canibalismo, acaba por devorar cualquier fuente de energía, que a modo de dólar, se pueda intercambiar en el mercado de divisas mundiales, en donde unos pocos se abonan en busca de ese interés particular que poco tiene que ver con el interés general.

La aparición en los últimos tiempos de diferentes estudios que avalan la existencia de una reserva con el 25% de petróleo y gas natural del Planeta no han servido sino para acrecentar el deseo de las compañías por acceder a esta apetitosa “tarta” de un pastel denominado “Andartida”, cuya “titularidad”, olvidada durante decenas de años, se pone de actualidad hoy. De esta forma, países como Rusia, Noruega, Canadá o EEUU buscan su mejor posición para reinvidicar como propios espacios que, en el presente y futuro, podrían determinar el desarrollo económico y el mantenimiento del poder o hegemonía mundial de unos u otros.

La naturaleza del Ártico y lo que la misma alberga ha sido a lo largo de los siglos la última frontera en donde la tierra ha caminado libre, una frontera en la que hoy, unos y otros, sitúan sus banderas para “hacer caja”. Las posibilidades para este reparto atroz de los recursos de un espacio como la Andartida se enmarcan en propuestas de diferente índole. Así, los rusos quieren que se aplique el “principio de la línea de sector”, lo que quiere decir que el Ártico debería ser dividido, como una tarta, desde el Polo. Los noruegos quieren el “principio de la línea media” –una línea fronteriza a lo largo de la cual cada punto equidista de la masa terrestre de cada país-. En definitiva, diferentes formas de privatizar un espacio patrimonio natural de la humanidad.

De esta forma, los riesgos que entraña la explotación del Ártico podrían conllevar no sólo la desestabilización del sistema natural del Ártico sino que, ante el más que probable vertido contaminante, las consecuencias del mismo en dicho espacio nos llevarían a asistir ante hechos como la desaparición de las poblaciones de morsas, focas y osos polares y la destrucción de las comunidades indígenas aisladas que dependen de la caza para sobrevivir. En definitiva, ha llegado el momento de reinvidicar desde la sociedad civil y con la colaboración en la acción de la clase política las necesidad de crear un organismo internacional que en defensa de medioambiente tuviera autoridad de veto y poder coactivo internacional a través de la creación de un Tribunal Penal Internacional para asuntos de Medioambiente. Preservar el presente es asegurar el futuro.

Josu Gómez Barrutia

Tomado:Fundación Sistema.com

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