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Injerencia militar
El 12 de Enero de 2010 Haití fue golpeada duramente por el terremoto más duro de su historia, con una magnitud de 6,9 en la escala Richter, generando más de 300.000 muertos y 1 millón de damnificados. ¡Datos escandalosos! Estos desastres naturales no dejan de tener su construcción social consecuente, donde un país de alta pobreza sufre unas consecuencias más desastrosas, al compararse empíricamente con los terremotos de Chile en enero de 2010 y los actuales de Japón.
No solamente la injerencia histórica a la que ha sido sometida Haití ha producido su subdesarrollo y su indefensa a los impactos naturales, sino que actualmente su sometimiento a la dominación imperial con el sufrimiento de “una especie de ocupación neocolonial de 8900 soldados de Naciones Unidas”, como dijo el expresidente Aristide en Sudáfrica, ha hecho que en 7 años de ocupación de la MINUSTAH en Haití (2004-2011), el Índice del Desarrollo Humano no ha mejorado, situándose en 2003 en la posición 150 de 180 países con el dato de 0,475 y en el 2009 manteniéndose en el mismo lugar. Además, no solamente el terremoto afectó a la población civil haitiana sino que el contingente nepalés de la ocupación de la MINUSTAH insertó en el país la epidemia del cólera al dejar materias fecales cerca del río Melle expandiéndose por canales de agua de todo el país. La epidemia ha provocado desde mediados de octubre, según datos actualizados del Ministerio de Salud Pública y Población del pasado 21 de febrero, 4625 muertos y 245.183 personas afectadas atendidas, de las cuales 132.293 hospitalizadas.
Dos tipos cooperación
El desastre del terremoto de Haití no solo “justificó” el 19 de enero la invasión de 12000 soldados norteamericanos con la falacia de ser una misión de “ayuda humanitaria” para poder controlar el país y ocupar el mismo Palacio Presidencial, sino que también movilizó a organismos neoliberales internacionales como el Fondo Internacional Monetario, agencias de la cooperación como la USAID, a Organizaciones No Gubernamentales y a empresas multinacionales para hacer negocio con la pobreza. Haití es llamada “La República de las Ongs”, con organizaciones como Médicos Sin Fronteras, Asociación Cristiana de Motociclistas, o asociaciones de grupos evangélicos estadounidenses financiados por la USAID que también afectan como control social a la conciencia de protesta de la población, y según datos del Banco Mundial es el país con mayor número de Ongs por habitantes, donde cerca de 10000 agencias de cooperación que intervienen crean un estado paralelo superando el PIB de Haití. La ONG Cruz Roja Americana consiguió por fondos de ayuda privada 225 millones de dólares pero solo asignó para intervenciones en Haití 106 millones, “perdiéndose” 149 millones por el camino, según el estudio realizo por Hill Quigley del Centro de Derechos Constitucionales. Empresas como la trasnacional Monsanto, la compañía más grande de semillas a nivel mundial que controla un 20 % del mercado propietario de simientes y un 90% de las patentes biotecnológicas en agricultura, mediante el Foro Social Mundial de Davos de 2010 quiso ponerse la mascara afirmando que habían “donado” al gobierno de Haití 475 toneladas de semillas híbridas para distribuir entre el campesinado y potenciar la soberanía alimentaría. Todo fue una estrategia de mercado como afirmó Chavannes Jean-Baptiste, coordinador del Movimiento Campesino Papaye y miembro de la Vía Campesina, denunciado que la donación implícitamente escondía una colonización económica, dado que las semillas transgénicas no podrán ser reutilizadas en cada cosecha, sino que al ser modificadas genéticamente, el campesino - el 80% de la economía de Haití es agrícola - deberá comprar a la multinacional Monsanto si quiere volver a cultivar, generándose, así, una dependencia económica del campesinado con la empresa. También el organismo internacional del Fondo Monetario Internacional hizo presencia en la injerencia económica que seguirá ahogando el desarrollo del país. Mientras el director del FMI, Dominique Strauss Kahn, vendió la idea de que el organismo “donaría como ayuda” 100 millones de dólares, ocultó la letra pequeña que informaba sobre la concesión de un crédito con intereses y con implementación de políticas neoliberales. Si un estado estaba más que fallido, ahora, entre militares, el FMI, las ONGs y las multinacionales, en Haití el estado ha desaparecido y el negocio económico y político está más que vigente para manos privadas.
Mientras el capitalismo sigue vendiendo su injerencia como “cooperación solidaria”, y unos pocos se llenan los bolsillos con la pobreza y el subdesarrollo de muchos, existen otros modelos contrahegemónicos que buscan solidariamente el desarrollo de los pueblos, sin mediación de préstamos bancarios, Ongs, empresas privadas o presencia militar, sino en cooperación directa entre estado y estado, entre pueblos y pueblos. Cuba es el ejemplo. Todo y los problemas económicos que padeció Cuba, y que va resolviendo con plena independencia, tras la caída del bloque soviético en 1989 y el endurecimiento del bloqueo económico por Estados Unidos con la ley Torricelli (1992) y la ley Helms Burton (1996), la brigada médica de más de 400 cubanos en Haití salvó la vida a 70.890 haitianos tras la reconstrucción rápida del principal hospital de Port-au-Prince tras su derrumbe por el terremoto, algo que han ocultado los medios de comunicación. A Cuba no le sobran los recursos, ya dijo El Premier de Haití Jean Max Bellerive, como a la cooperación de los países desarrollados capitalistas, pero tampoco busca ningún lucro por ello. Sino simplemente el desarrollo soberano de los pueblos.
Aníbal Garzón
Sociólogo y miembro del Consejo editorial de La Época
Tomado: La Época.com.bo
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