9 dic 2011

Camila Vallejo, vicepresidenta: Chile, un país ingrato


En culturas como la chilena, el fútbol y la política tienen mucho de común. Desaires, olvidos, egoísmos, desórdenes, personalismos e irresponsabilidades han sido claves en el transcurso de la historia de estos oficios para marcar el destino de la patria, sus éxitos y sus fracasos, sus cambios revolucionarios y sus estancamientos funcionales en la mediocridad. Mi padre siempre dijo “el chileno es el único hueón que se tropieza dos veces con la misma piedra” y mi madre no se cansa de recordarme que nunca reproduzca “el pago de Chile”.

El 2010 Chile tropezó, a través de las presiones del modelo de negocios que rige casi toda la vida pública, con la piedra de la ingratitud para con Marcelo Bielsa. Medio Chile había festejado al país del nuevo fútbol, al país del nuevo espíritu ganador bajo la dirección del “Loco”. Salimos al mundo y el pueblo recuperó las esperanzas en el trabajo conjunto, serio y responsable. En ese tropiezo el culpable fue el gobierno, elitizado, instando por la salida del izquierdista rosarino para privilegiar sus intereses gremiales.

En 2011 Chile se vuelve a tropezar con la misma piedra. Lejos del sentir popular, lejos de la percepción no universitaria 700 puntos PSU, el pueblo de Chile nuevamente no se explica quienes y por qué sacan de la dirección de un proyecto exitoso, por la recuperación de la democracia y la igualdad social, a su líder, a la que sacó la voz para defender al pueblo en los momentos más duros del año, a la que salió al mundo a mostrar la realidad social del país que se jacta irrisoriamente de sus 14 mil dólares per cápita sin contar con universidades públicas gratuitas.

A la que sin discriminar, y de manera abierta, convocó a todas las organizaciones sociales nacionales para construir esa mayoría de izquierda tan vejada en el país. La señora de polar que volvió a creer en las ideas de izquierda, no se explica por qué la Chile no reeligió a Camila Vallejo. Y es que la señora que juega a las máquinas tragamonedas en el almacén de una población tampoco comprende la elitización de esta universidad tan extraña para su entorno, que más que representante del pueblo chileno parece una isla de intereses europeos indignados, en la que el discurso del 1% versus el 99%, el discurso de “nuestro enemigo es el PC”, hacen sentido. Una universidad en la que su Facultad de Filosofía y Humanidades le da el triunfo a un grupo político que plantea “construir izquierda”, insultando a la memoria y al respeto por la Historia y su enseñanza.

La derrota de Camila Vallejo ante el discurso posmoderno y europeo de Gabriel Boric es el clímax de la Universidad de Chile elitizada y alejada de la realidad. El masivo público votante que terminó haciendo la diferencia para otorgar el triunfo a la lista F, es el de los ciudadanos liberales o derechistas que ven en la política partidista al monstruo de la modernidad, al monstruo del partido comunista que puede manipular sus individualidades doradas. Individualidades siempre nuevas y elevadas.

El martes 6 de diciembre podría perfectamente decretarse como el día nacional de las ONG buena onda. Hoy celebran los Luis Mariano Rendón, los Patricio Herman, y los Carlos Peña. Hoy el sector oriente se va a la pega en bicicleta, la UDP prepara un foro, y La Tercera un reportaje a todo color para mostrar el esperanzador verde que guiará al movimiento estudiantil del próximo año, hermoso verde tan distinto al rojo maligno, rojo que debido a su inserción efectiva en el territorio más allá de un par de facultades cuarto quintil, tiene poder social verdadero para atemorizar a la derecha. Hoy Juanes y Bono cantarán felices.

¿Dónde queda la acérrima alianza entre los estudiantes y los trabajadores, entre los estudiantes y los profesores, cuando en su primer día como presidente electo Gabriel Boric marca distancias con Jaime Gajardo? ¿Dónde serán las conferencias de prensa de las marchas que se convoquen para el próximo año? ¿En la CUT, en el CEP o en Casa Piedra?

Con la derrota de Camila Vallejo pierde el materialismo histórico, gana Foucault y su estilo francés. Gana el segundo piso de La Moneda y la Fundación Jaime Guzmán, que observa desde las alturas como un movimineto se vale de los votos derechistas y apolíticos para sacar al terrible enemigo comunista. Mario Desbordes se abraza con Carlos Larraín en Antonio Varas.

Chile vuelve a honrar su idiosicrasia ingrata, tropezando nuevamente con la misma piedra, dejando en claro que dentro de la universidad estatal que lidera el movimiento estudiantil, la solución no fue naranja, pero el triunfo sí.

La Segunda está feliz.

Richard Sandoval / Del blog No es na la feria

Tomado: CubaDebate.cu
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